Los congéneres llevan ese curioso nombre porque son sustancias residuales que se generan en pequeñas cantidades durante el proceso de obtención del alcohol. Esas sustancias son responsables del aroma y sabor característico de algunas bebidas alcohólicas. Desgraciadamente, muchas de ellas como el metanol, la histamina, el acetaldehído y algunos tipos de polifenoles son tóxicas en grandes cantidades o se metabolizan en otras que son tóxicas, reseña Gizmodo.
Desde 2008 sabemos que los congéneres producen cambios a nivel endocrino y en el sistema inmune que se traducen en los característicos síntomas de la resaca: dolor de cabeza, embotamiento del sistema nervioso, alteraciones gástricas, sed, sequedad en la boca…
El truco más efectivo está en evitar las bebidas fermentadas o reposadas, que son las que más congéneres tienen debido a su proceso de elaboración. El cognac, el whiskey, los vinos tintos o los licores oscuros suelen producir más resaca. En su lugar, podemos optar por bebidas destiladas y filtradas como el Vodka o la Ginebra.