Apreciados amigos:
Hace tiempo que no escribía en La Patilla por -como se suele decir- “causas ajenas a mi voluntad”. Y esas causas se las debo principalmente a la CANTV, es decir, la telefonía en manos del Gobierno, que me dejó sin servicio de internet hace ya un par de meses. Todavía no sé por qué.
Como ellos no me van a responder, igual que tampoco dan explicaciones por su teléfono 0800 226 88 00, donde todo está grabado y exige una paciencia de santo o de chavista esperanzado, que algunos quedan todavía, aunque usted no lo crea, este artículo es una explicación para quienes me leían y no entienden que ha pasado. Así que ya lo saben, no tengo internet ni esperanzas.
Por ejemplo, cuando después de numerosos intentos logra uno llegar hasta la opción de “debe usted estar frente a su modem” y cuando esté “marque 1”, se marca el 1 y empieza a sonar ocupado. Hasta ahí he podido llegar.
La segunda parte de esta carta es al Ministro de Energía Eléctrica, aprovechando que en el momento de escribirla hay electricidad en casa. Porque ahora cada vez que llueve -y a veces también con sol- se desaparece la electricidad en esta parte de El Hatillo, lo de internet ha sido mas reciente pero, claro, más definitivo.
Tal vez los saboteadores tengan doble trabajo en El Hatillo, internet de CANTV y las conexiones eléctricas. Y debo reconocer que son saboteadores intensos, esforzados, porque trabajan un día no y dos sí. Cuando se desapareció internet -y conste que no es sólo mi casa- alguien nos informó que desconocidos -¡saboteadores malditos e imperialistas!- habían robado unos equipos de CANTV, y que serían repuestos, pero nadie ha sido capaz de asomar una fecha de reinicio del servicio; lo que sí he escuchado, de muy diversas fuentes incluyendo algunos empleados de la telefónica, son pestes de la compañía. De la electricidad ya ni siquiera hablan, obviamente los saboteadores le están ganando la batalla al general Ministro.
Como ya el alcalde Smolansky no anda por aquí, había surgido la esperanza de que el Gobierno se portara mejor con los hatillanos, pero de eso nada, más bien las cosas se han puesto peores, mas o menos como las calles y carreteras.
Y termino la carta apelando a Luciano, el simpático gordito argentino que promueve a una empresa de televisión por suscripción y señala que tiene las respuestas a las preguntas que la gente hace. Lejos de mí imaginar que el servicio de esta compañía sea tan bueno como según Luciano es en Argentina -al menos como se presume por las propuestas y respuestas de Luciano-, pero tal vez él pueda explicarme por qué cada vez que llueve la señal se desaparece, aunque ya alguien me ha indicado que es que las nubes y la lluvia entorpecen la comunicación entre el satélite y las antenas.
Lo que nadie me ha aclarado es por qué la compañía no refleja esas frecuentes caídas de señal en sus facturas, quizás sería mucho pedir, ni por qué la mitad de los canales no se ven nunca -al menos en mi casa-, y no me refiero a los canales suspendidos por el Gobierno democrático y revolucionario.
Detalles resaltantes, por ejemplo, es que entran bien todos los canales del Gobierno o privados cercanos, pero no Globovisión ni Meridiano, por ejemplo; varios de la serie 200, casi todos los de la serie 300, pero no están desaparecidos los de las películas que uno debe pagar si quiere ver. Algunos de las otras series tampoco pueden verse hace meses, pero no voy a fastidiarlos con detalles.
Concluyo aclarándole al Ministro de Electricidad, a quien sea presidente de CANTV, y a Luciano, que no espero nada. Mucho menos después que ni siquiera se consiguen billetes en los cajeros automáticos, y sale más caro ir a una agencia bancaria que lo que le dan sus cajeros de carne y hueso.
¡Todo sea por el socialismo y la revolución, camaradas!, la Patria sigue, Chávez en verdad no vive pero Maduro sí. Al menos debo reconocerles un triunfo: están logrando que este servidor tome cada día menos café y fume menos, no puedo pagarlos.