Mujeres y niñas venezolanas se están prostituyendo por comida

Mujeres y niñas venezolanas se están prostituyendo por comida

A shop where sex workers buy their clothes in the Santa Fe neighbourhood in downtown Bogota, Colombia, May 15, 2017. Thomson Reuters Foundation/Anastasia Moloney
Una tienda donde prostitutas venezolanas compran ropa en Colombia (Foto Thomson Reuters Foundation/Anastasia Moloney)

 

“Estamos pagando los alimentos con niñas y mujeres”. Una frase lapidaria que soltó la doctora Susana Rafalli, en el foro “¿La Pobreza tiene Rostro de Mujer?”, organizado por el Observatorio Venezolano de Derechos Humanos de la Mujer, que también contó con la participación de las especialistas Adicea Castillo y Rosa Paredes, publica Crónica Uno.

Mabel Sarmiento @mabelsarmiento

Rafalli expuso datos recopilados por la prensa local y regional, que dan cuenta del aumento de la prostitución infantil “por los alimentos” alrededor de los mercados municipales.

Citó zonas como Anzoátegui, Puerto La Cruz y Vargas e, incluso, en países como Colombia, República Dominicana y Ecuador.

“En medios internacionales aparecen testimonios de niñas que hacen eso porque se están acostando sin comer. Es impactante un reportaje publicado en el exterior en el que se narra la historia de niña que contó que en los dos años que tiene como trabajadora sexual, ha visto como se han duplicado los casos y que ella comenzó a los 14, pero que ahora hay menores de 12 y 13 años. Este punto lo tenemos que denunciar con fuerza y no nos podemos quedar callados. Hay que documentarlo. Eso de que no podemos dejar que nos roben nuestra libertad y dignidad es un mito, pues cuando a una niña y a una mujer le roban el goce de la alimentación y del sexo, le robaron toda la vida. Esto hay que verlo con suficiente rigor, pues se están comenzando a deteriorar cada vez a menor edad”, apuntó.

Pero por si fuera poco este fenómeno, la investigadora recalcó el hecho de que ahora a la mujer se le criminaliza.

Según dijo, hay al menos de 16 casos de mujeres investigadas por violencia a un niño por el tema de la alimentación. “Lo he visto en mi Twitter cuando pongo el tema de un pequeño desnutrido, de inmediato hay una avalancha de mujeres, que critican a la madre, pero nadie dice dónde está el proveedor de esa casa”.

Adicea Castillo, fundadora del Centro de Estudios de la Mujer y directora de Fundamujer, habló sobre las desigualdades y feminización de la pobreza.

Su tesis se respaldó en datos como los reportados en el Boletín de Indicadores de Género del 2013, en el cual se informa que un total de 9,1 millones de personas vivían en situación de pobreza, 32 % de un total de la población proyectada en aquel momento que era 28,5 millones. En pobreza, había 4,7 millones (52,24 %) mujeres y 4,3 millones (47,75 %) de hombres.

Según el mismo boletín, por cada 100 hombres viviendo en pobreza, había 107 mujeres. Mientras que por cada 100 hombres viviendo en pobreza extrema, se registraron 112 mujeres.

Estas cifras, de acuerdo a lo planteado por Castillo, no toman en cuenta el deterioro económico generalizado observado entre 2013 y 2017, que está demostrando cómo la pobreza afecta en mayor proporción a las mujeres.

Y más ahora, reseñó en su participación, que no hay disponibilidad de los alimentos, lo que hace que sean ellas las que tengan una alimentación precaria y sacrificada, para proteger a la familia.

Este evento, desarrollado en la Sala Cabrujas, y en el cual se dieron cita varias organizaciones civiles defensoras de los Derechos Humanos, es parte de una serie de foros que buscan visibilizar y darle rostro a la crisis humanitaria, la cual toca hasta el tuétano a la mujer venezolana, esa que hace largas horas de cola para comprar comida, que según el informe reciente Mujeres al Límite, se calcula entre 8 y 14 horas a la semana; la que busca las medicinas; la que gana sueldo mínimo; la sostén de hogar, pues de acuerdo al Censo Nacional de Población y Vivienda del año 2011, 39% eran hogares con jefatura femenina; “y que ahora con esta crisis humanitaria seguimos siendo invisibles, sobre explotadas, negociadas, pero paradójicamente indispensables”, sentenció Rafalli.

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