Venezuela 2017, espejo de Cuba

Venezuela 2017, espejo de Cuba

Venezolanos hacen cola en una parada de autobús en Catia, un barrio de Caracas. Federico Parra AFP
Venezolanos hacen cola en una parada de autobús en Catia, un barrio de Caracas. Federico Parra AFP

 

Una serie de paralelismos explican la ‘Cubazuela’ de hoy, precisamente cuando la semana pasada se cumplieron 17 años de la firma del Convenio de Cooperación Cuba-Venezuela

Por Daniel Lozano en El Mundo (España)

La profundización del “Periodo Especial” revolucionario está convirtiendo las calles venezolanas en un espejo de las cubanas. “Hamburguesa cubana sin carne, a 12.000 bolívares. Perro cubano sin salchicha, a 5.000 bolívares”, reza el menú especial de moda, que un vendedor callejero ha colocado en su carrito de comida en Bellas Artes, zona céntrica de Caracas. Un poco de humor criollo para aliviar las penas, que en Venezuela se multiplican a diario.

La escasez y los precios prohibitivos de la carne y de las salchichas ha obligado a semejante propuesta gastronómica, que hasta hace unos meses suponía un “resuelve” para los venezolanos, pero que hoy es prohibitiva para sus bolsillos, pulverizados por la hiperinflación. Se teme que la economía venezolana cierre 2017 con un aumento de los precios superior al 1.200%.

Un sinfín de paralelismos, que van desde la escasez de los alimentos al deterioro de calles y edificios, desde los apagones eléctricos a las carencias en el servicio del agua. Incluso las siempre congestionadas calles caraqueñas viven sus “mejores” tiempos: se ha pasado en una década de vender 500.000 vehículos al año a solo 2.000 en 2016.

 

 

El penúltimo paralelismo entre el Periodo Especial cubano y la crisis chavista es el transporte público, que mezcla largas colas en las paradas de los autobuses con la precarización de los vehículos ante la desesperación de la sociedad. Como si de una postal de La Habana se tratase, donde solo faltarían los Cadillacs y Chévrolets de los años 50: hasta camiones se están utilizando para el transporte entre la capital y el litoral de Vargas.

En el Gran Caracas, 22.000 unidades están fuera de servicio, según la Central Única Autos Libres y Por Puestos. Solo 5.000 estarían funcionando, ante el desabastecimiento y los altísimos precios de los repuestos y lubricantes y los cortes en la distribución del combustible. Un neumático cuesta entre un millón y dos millones de bolívares, cuando el nuevo salario mínimo más los bonos de alimentación se ha situado en 456.507 bolívares.

Cuando lean esta crónica, el precio ya habrá subido. La falta de unidades de transporte se está paliando con camiones y pickups para trasladar pasajeros, incluso en las llamadas “perreras”, como en Cumaná. Las imágenes se extreman cada día que pasa y recorren las redes sociales, con vehículos colapsados y con pasajeros literalmente colgados de puertas y ventanas. En Ocumare del Tuy, cerca de Caracas, murió una persona esta semana al caerse de otro vehículo improvisado.

La crisis del transporte se une así a las colas para comprar pan, a la escasez de alimentos y de medicinas y al desabastecimiento de productos básicos, empezando por los de higiene personal. Desde que en 1991 comenzara en la isla caribeña el Periodo Especial, tras la caída del Muro de Berlín, los cubanos padecen parecidos sufrimientos.

Paralelismo con la guerra

Una serie de paralelismos que explican la Cubazuela de hoy, precisamente cuando la semana pasada se cumplieron 17 años de la firma del Convenio de Cooperación Cuba-Venezuela, suscrito por Fidel Castro y Hugo Chávez. “El empobrecimiento de la población venezolana ha sido vertiginoso. En apenas tres años se ha perdido capital humano, la emigración ha trascendido la clase media llegando a sectores populares y los decrecimientos del PIB, aumento de la deuda, caída del consumo y de la nutrición son paralelos a las guerras civiles que vivió Europa a mediados del siglo XX. Más allá de una mala gestión, implica una falla del modelo estatista impulsado por Chávez y heredado por Maduro”, resume Armando Chaguaceda, pensador cubano radicado en México y experto en las dos revoluciones.

La inspiración y los consejos llegan desde la menor de las Antillas. Amparado en esta hermandad, el gobierno de Maduro excusa el derrumbe de su economía con un bloqueo financiero parecido al que sufre Cuba. En una de sus constantes apariciones televisadas, el “hijo de Chávez” anunció un CLAP navideño para familias con carnet de la Patria, la adaptación de la libreta de racionamiento cubana a la Venezuela de hoy: bolsas de comida a precios subvencionados que el gobierno vende a las clases más populares.

“Estamos ante un calco”, explica el internacionalista Mariano de Alba. “Están replicando el modelo. Comida hay, pero la distribuyen poco a poco para mantener controlada a la gente”, añade el analista. “Sectores del gobierno han desplegado esta estrategia para quebrar a la clase media, columna vertebral de la oposición y volver más dependiente a los sectores populares a los que estaba llegando la oposición con el esquema económico de los CLAP. Una sociedad quebrada dependiente económicamente, moralmente, debilitada, mezcla de la represión y el empobrecimiento y migración incapaz de revertir un proceso de autoritarismo”, sentencia Chaguaceda

Éxodo masivo

Y como sucede en Cuba, los que no aguantan se van. Expertos en emigración aseguran que entre dos y tres millones de venezolanos conforman la gran diáspora, pero todos ellos son incapaces de cuantificar la hemorragia de los últimos meses. Y esto solo es un avance: uno de cada tres venezolanos se plantean salir del país en los próximos años, según Andrés Cañizalez, de Medianálisis.

Un factor electoral fundamental, ya que se calcula que el 90% de los que se van son antichavistas. El gobierno de Caracas dificulta al máximo su derecho a voto, tanto que solo unos miles pueden elegir presidente. Históricamente, el castrismo usó la grandes migraciones, como el Mariel en el 80 y la crisis de los balseros en el 94 para rebajar la presión social y económica.

Y, en medio de todo, también los militares, el principal soporte de ambos gobiernos. El general Vladimir Padrino, ministro de Defensa, controla junto a un batallón de sus generales la importación y distribución de los alimentos. El Ejército cuenta con su propia televisión, banco, petrolera y también supervisa el famoso arco minero, territorio bendecido con las mayores reservas de oro, diamantes y coltán del continente.

En Cuba, la contraparte de Padrino es el general Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, quien al frente del Grupo de Administración Empresaria (Gaesa) supervisa una tercera parte de la economía. “En Venezuela y en Cuba el apoyo no se basa en el desempeño gubernamental, sino en una mezcla de lealtades políticas con formas muy disminuidas de clientelismo y de control social”, concluye Chaguaceda.

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