Lee So Yeon, una ex soldado norcoreana de 41 años de edad que desertó del país en el año 2009, concedió una entrevista a la agencia de noticias BBC en la cual dijo que el servicio militar para las mujeres era tan duro que muchas de ellas dejaban de tener la menstruación.
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“Luego de entre seis meses y un año de entrenamiento dejábamos de tener la menstruación, debido a la malnutrición y el ambiente estresante”, dijo So Yeon.
“Las mujeres soldados decían que estaban contentas por no tener sus períodos. Decían que estaban contentas porque la situación era tan mala que tener sus períodos la hubiera hecho aún peor”, agregó.
Hija de un profesor universitario, la entrevistada se crió en el norte del país comunista. Como provenía de una familia militar, decidió alistarse en el ejército voluntariamente durante la hambruna que padecieron los norcoreanos a principios de los noventa pensando que allí tendría la comida asegurada cada día.
Al principio, la joven, por entonces de 17 años, disfrutaba de su colaboración en el Ejército. Estaba especialmente impresionada con el secador de pelo que le asignaron, aunque los frecuentes cortes de electricidad no le permitían usarlo cuando quisiera.
Durmió por más de una década en la litera de abajo de una habitación que compartía con más de una decena de mujeres. La habitación estaba decorada por un cuadro de Kim Il Sung junto a otro de Kim Jong Il, ambos ex dictadores del país. Su único espacio privado era un pequeño cajón para guardar el uniforme.
Pese a ya haber pasado casi diez años desde su deserción, aún recuerda el olor de los cuarteles militares.
“Sudábamos bastante. El colchón donde dormíamos estaba hecho de cascarilla de arroz, así que el colchón se quedaba impregnado de todo el olor corporal. No está hecho de algodón. Como era cascarilla de arroz, el olor del sudor y de otras cosas se queda ahí. No es muy agradable”, dijo la ex soldado.
Además, había serias limitaciones para bañarse y mantener buenos hábitos de higiene.
“Como mujer, una de las cosas más duras era que no te podías duchar adecuadamente porque no había agua caliente”, dijo la desertora.
“Conectaban la manguera con un arroyo de la montaña y el agua venía directamente de ahí. Entraban ranas y serpientes a través de la manguera”, añadió.
Interrogada sobre la vida diaria en el ejército más grande del mundo, So Yeon dijo que la rutina era prácticamente la misma para todos, con la excepción de que los entrenamientos eran un poco más leves para las mujeres, que también estaban a cargo de labores diarias como limpiar y cocinar.
Aunque no fue ella misma víctima, también señaló que las violaciones eran rutinarias en el Ejército. “El comandante de la compañía se quedaba en su habitación en la unidad hasta tarde y violaba a las mujeres soldados que estaban bajo su mando. Esto pasaba una y otra vez, sin fin”, afirmó.
So Yeon sirvió de sargento en una unidad de comunicación cercana a la frontera con Corea del Sur desde los 17 hasta los 28 años.
En 2008, finalmente, decidió escapar del país hermético, pero fue capturada en la frontera con China en su primer intento, y fue enviada a un campo de concentración durante un año.
Tras salir de prisión, intentó escapar nuevamente y consiguió cruzar el río Tumen sin ser notada con éxito.
En China se reunió con un intermediario que la ayudó llegar a Corea del Sur, donde vive actualmente.