¿Por qué el régimen que encabeza Maduro, se ha puesto tan puritano de repente? ¿Qué habrá detrás de estos “arrebatos” de saneamiento y “frenesí” de razzia que está llevando adelante el Fiscal designado por la ilegítima ANC? ¿Tendrá algo que ver la cercanía de la Navidad y la Carta al Niño Jesús que escribirá Nicolás? “Querido Niño Jesús, durante este año 2017 me he portado muy bien. No he robado, ni he dicho groserías. Ayudo a Cilia con las tareas del hogar, saco la basura todas las noches y, antes de acostarme, rezo una oración por sus sobrinos y un rosario para que te acuerdes de los niñitos, como tú, pero que están muriéndose porque no tienen medicinas, ni qué comer, ni dónde dormir…no sé por culpa de quién. Pero, te juro, que, por mi culpa, no es. Es por culpa de los ladrones que estamos descubriendo en PDVSA”.
Me cuesta creer en la honestidad de unos actos de justicia -anhelados desde hace mucho tiempo por los venezolanos que clamamos por la aplicación de todo el peso de la Ley contra los responsables de la miseria y destrucción que vivimos- e imaginar que es ahora, y no durante los casi 4 lustros que llevan enquistados en el poder, que se dan cuenta de que PDVSA fue defalcada, quebrada, destruida y ¡pulverizada! por quienes han tenido la responsabilidad de conducir sus destinos en los últimos años.
PDVSA, como nunca antes en toda su historia, ha sido la meretriz maltratada de estos chulos, que han hecho de ella una piltrafa de la que, ni con las medidas extremas de rescate como las que han anunciado –como, por ejemplo, no más vuelos de sus directivos en los aviones de la empresa o no más boletos en primera clase para viajar a los encuentros en Viena- podrán levantarla de las ruinas en las que la hundieron. Pero resulta que, como Petróleos de Venezuela siempre ha sido la chequera en blanco del régimen y como ahora no tienen de dónde más arañar para seguir llenando las arcas personales, están cortando las cabezas de quienes, guapos y apoyados, dirigieron la petrolera como un conuco expropiado y sin dolientes, del que extrajeron todo lo que pudieron, hasta dejarlo yermo.
Porque para nadie es un secreto –aunque parece que ahora es cuando Nicolás y Tarek William lo descubren- que “gracias” a algunos personeros de este régimen, la corrupción en PDVSA se exacerbó y pasó a ser un modelo replicado en algunas empresas del Estado o en cada una de las industrias del país expropiadas y destruidas por la Revolución. No dudo que, en este momento, los directores de estas empresas rojas-rojitas estén mirándose en el espejo de Eulogio del Pino, o en el del mismo Rafael Ramírez, y en este instante estén poniendo sus bardas en remojo. O anotando en un papelito los nombres de otros implicados, para entregárselo al Sebin y buscar la reducción de la pena, si es que acaso esto no es un teatro del Poder Judicial y Moral, para dar la falsa impresión de probidad.
El asunto es que siempre, por más apegados a la Ley que quieran actuar, por más correctos, impolutos e inmaculados que quieran lucir, me cuesta creer en este acto de rectitud y decencia en el que las cabezas de los corruptos, los corruptos más corruptos de todos los tiempos, están comenzando a rodar, sin importar cuánto amor y fidelidad le declaren en sus perfiles de Twitter a Chávez, el padre de toda la tragedia actual. Porque Chávez, el difunto interplanetario, ya no podrá hacer nada por quienes aseguran que, en su lecho de muerto, antes de exhalar su último respiro, les llamó para ungirlos como los elegidos de su legado y los guardianes de sus secretos.
¿Hasta dónde llegará la depuración encomendada a Tarek, el Fiscalillo? ¿Cuál es la verdadera finalidad de esta cacería de brujos y ladrones? Hay malpensados que aseguran que, como no hay más dólares para robar, necesitan despojar a otros de lo que mal usufructuaron para terminar de raspar la olla antes de que haga implosión el hambre y la extrema pobreza que está matando a los venezolanos y así, poder garantizarse los fondos necesarios por si acaso, alguna vez, tienen que pagar los honorarios de abogados que trataran de demostrar su inocencia ante el Tribunal de La Haya.
Para desconectarme por unas horas de la situación del país, compró una entrada para ver un clásico del cine: Doctor Zhivago. Me siento en la butaca, recordando que, en esencia, la película recrea una historia de amor. Pero, Venezuela y su drama actual, van apareciendo en la medida que se proyecta el film. De pronto, me doy cuenta que el Dr. Zhivago es como una premonición de lo que nos espera. Es la involución que viviremos en 2018 de continuar esta “revolución bolchevique caribeña” que, ahora, solo en apariencia, pretende hacernos creer que, con la depuración de PDVSA están aplicando los correctivos que nos salvarán de la catastrófica situación de hambre, pobreza, miseria y muerte que nos espera…como en la Unión Soviética de la película.
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