El escritor y decano de la Academia Francesa Jean d’Ormesson falleció en la madrugada del martes a los 92 años, anunció su familia a la AFP.
Jean D’Ormesson falleció de un ataque al corazón en su domicilio de Neuilly, suburbio residencial de París, dijo a la AFP su hija, la editora Héloïse d’Ormesson.
“Siempre dijo que se iría sin haber dicho todo y sucedió hoy. Nos deja libros maravillosos”, declaró Heloïse d’Ormesson.
Jean d’Ormesson, que accedió a la Academia Francesa en 1973 y fue director del diario conservador Le Figaro (1974-1977), deja una obra de más de cuarenta novelas y ensayos.
Su carrera literaria tomó un gran impulso en 1971 con el libro “La Gloire de l’Empire” (La Gloria del Imperio), que obtuvo el Gran Premio de la Academia Francesa.
En 2015, recibió el galardón supremo para un escritor francés, la publicación de su obra completa en la prestigiosa colección de La Pléiade de la editorial Gallimard.
Nacido en París el 16 de junio de 1925, hijo de embajador y egresado en filosofía de la prestigiosa Escuela Normal, comenzó en 1948 una carrera de alto funcionario y luego ingresó a la UNESCO.
En la UNESCO fue secretario general (1950-1992) y luego presidente del Consejo Internacional de Filosofía y Ciencias Humanas.
Paralelamente, desde 1949, D’Ormesson colaboró con varios diarios y revistas, entre ellos Paris-Match, Ouest-France y Nice Matin.
En 1976 accedió a la dirección de la revista “Diogène”, de la cual había sido jefe de redacción adjunto entre 1952 y 1971.
Jean d’Ormesson publicó en 1956 su primera novela, “L’Amour est un plaisir” (El Amor es un Placer).
Entre sus principales éxitos editoriales destacan “Por capricho de Dios” (1974), adaptado a la televisión, “Dieu, sa vie, son oeuvre (Dios, su vida, su obra) (1981) y “Jean qui Grogne y Jean qui Rit” (Juan que gruñe y Juan que ríe) (1984).
Con la “Historia del Judío Errante” (1991) y “La Douane de Mer” (La aduana del mar) (1994), el escritor dio también su visión del mundo con ese arte tan suyo de decir cosas graves con un tono ligero.
En 2013, en “Un jour je m’en irai sans vous avoir tout dit” (Un día me iré sin habérselo contado todo) el escritor manifestaba su fe en la literatura, la fuerza de los sentimientos y el sabor de la felicidad. AFP