Según las cifras elaboradas por la Asamblea Nacional, al cierre de noviembre de 2017 la tasa de inflación acumulada marcó un nivel de 1.370% y se proyecta para todo el año 2017 un aumento de los precios superior al 2.000%. Todos los procesos de hiperinflación conocidos tienen una característica común: la impresión de dinero por parte del banco central con el objeto financiar el déficit fiscal del gobierno. Esa impresión de dinero desata fuerzas desconocidas y la moneda se devalúa y ello se trasmite a los precios generando una espiral inflacionaria que fuerza a que aumenten los salarios y esto a su vez exacerba las presiones inflacionarias. Así se forma la tormenta de la hiperinflación.
El BCV está imprimiendo dinero a un ritmo superior al 70% mensual lo que equivale a más de 15.000% en un año. No hay economía que resista ese veneno monetario sin provocar una fuerte depreciación de la moneda y una consiguiente hiperinflación. Los efectos de la hiperinflación son destructivos y arruinan a los países y a la gente, especialmente a los más pobres.
Venezuela requiere con urgencia un plan de estabilización económica que detenga en seco la hiperinflación y reanude el crecimiento económico. De no aplicarse ese plan podemos ver tasas de inflación en 2018 superiores a 5.000%. La base de ese plan para derrotar la hiperinflación se fundamenta en la mejora de las cuentas del gobierno y evitar así el financiamiento del BCV imprimiendo dinero de la nada. Ello implica desmontar de una sola vez y en solo acto el control de cambio y que el bolívar flote con administración del BCV. Ello eliminaría el mercado negro del dólar y la tasa de cambio se ubicaría en un nivel razonable que permitiría que PDVSA mejore significativamente su flujo de caja y en consecuencia, no se tendría que recurrir al financiamiento del BCV. Ello se reforzaría con una mejora en la recaudación tributaria para financiar el gasto y se reorientaría la política social para hacerla más eficiente y menos costosa, usando para ello las transferencias directas de dinero a los pobres en vez de subsidios generalizados al productor, los cuales son altamente costosos e ineficientes. Similarmente habrá que ajustar los precios de los combustibles para generar recursos por vía no inflacionaria y así financiar un plan de expansión y modernización del transporte colectivo.