Dos naufragios ocurridos en alta mar, en los años 2015 y 2018, y en la misma ruta hacia la isla de Curazao, han dejado diez venezolanos fallecidos, quienes zarparon desde las costas del estado Falcón en búsqueda de una mejor calidad de vida, publica El Universal.
Aquel 22 de julio de 2015 fueron seis las personas que murieron luego de abordar la lancha que los llevaría a la isla de forma ilegal, y este miércoles 10 de enero se sumaron a la lista, al menos 4 víctimas más que naufragaron a pocos metros de tocar tierra firme. Se trata de los hermanos Joselyn Sánchez Piña, de 24 años, y Danny José Sánchez Piña, de 33; Oliver Cuahoromett Valásquez, de 33, compadre de los hermanos, y la adolescente de 17 años Janaury Guadalupe Jiménez.
Sus cadáveres llegaron hasta la orilla de una playa en la zona de Koraal Tabak, y fueron hallados por autoridades de la isla caribeña cuando hacían patrullaje y detuvieron a dos venezolanos que estaban mojados y en actitud sospechosa. No se sabe si esos detenidos formaban parte del naufragio y lograron sobrevivir. Ellos lo negaron, sin embargo están bajo investigación.
El representante de la policía de Curazao, Reginald Huggins, informó sobre el hallazgo de los cuerpos y la captura de los dos venezolanos, además de haber conseguido la lancha destrozada a orillas de la playa muy cerca de los fallecidos. Hasta la tarde de este jueves, se conoció que se estaban practicando varios allanamientos en sectores de Curazao para tratar de capturar a los venezolanos ilegales y así determinar lo que realmente ocurrió con la embarcación.
Por su parte, en suelo venezolano se conoció el accidente este miércoles en horas de la mañana y familiares de las víctimas se alteraron y pidieron ayuda a las autoridades. Sabían que sus parientes habían decidido abandonar el país, pese a la restricción marítima que anunció el gobierno venezolano desde el fin de semana pasado hacia las islas del Caribe.
Sin embargo, decidieron pagar los 100 dólares que costó el puesto en la lancha y zarpar a las diez de la noche del martes. Estimaban arribar a la isla entre las 5 y 6 de la mañana del miércoles, justo en una zona que no es tan patrullada por los agentes de inmigración. Tras conocerse la noticia y la divulgación de fotografías de los cadáveres en redes sociales, los familiares reconocieron los cuerpos de inmediato. Ya estaban preocupados porque ninguna de las 34 personas que viajaron en la embarcación había llamado para avisar que estaban bien.
Las autoridades venezolanas habían sido alertadas del accidente por parte de los representantes de Curazao y por los familiares de las víctimas. Así fue como el director de Protección Civil de la zona, Gregorio Montaño, anunció que estaban desplegados con una comisión de la Guardia Nacional Bolivariana haciendo rastreo en alta mar, en conjunto con una comisión antillana.
Dijo también, que solo han recuperado cuatro fallecidos y que el resto de la tripulación aún sigue desaparecida. No pueden darlos por muertos, porque no han aparecido los cuerpos. Presumen que los sobrevivientes pisaron tierra y se escondieron de la policía local para no ser deportados.
Así lo hizo uno de los pescadores que se salvó. Habitantes de la Vela de Coro dijeron que se comunicó con una tía que vive en Curazao para decirle que logró salvar su vida, pero no la de su prima porque ella no sabía nadar bien. Prefirió esconderse para no ser capturado.
Este drama lo viven los habitantes de las costas de Falcón desde hace dos años aproximadamente, cuando comenzaron las migraciones masivas de forma ilegal hacia Aruba y Curazao.
La crisis que atraviesa Venezuela obligó a las familias más desposeídas de Coro, que han vivido de la pesca por años, a cruzar fronteras para mejorar su calidad de vida, dejando de lado el riesgo de morir o ser detenidos y deportados.
La esposa de Danny José Sánchez, Normely Razz, dijo que la noche del zarpe el hombre se despidió de ella y sus dos hijas, pues se iría a trabajar a la isla. Ya había estado allá durante seis meses y el dinero que reunió le permitió comprarse una moto en Venezuela y hacer de mototaxista. “Estaba cansado de trabajar aquí y no tener nada para nosotros”, dijo la mujer.
La adolescente ya había ido a Curazao antes y la deportaron. Esta vez abandonó sus estudios universitarios de administración para radicarse definitivo y ayudar a su familia. Por más que su madre, Aury Chirinos, le pidió que no se fuera la jovencita no le hizo caso.
Una joven que se salvó por no abordar la lancha, luego de que su novio la amenazara con terminar la relación si se iba, hoy día se lo agradece. Ella pidió mantener su nombre en el anonimato, pero contó que tenía todo listo para irse a Curazao a trabajar, pero más pudo el amor.
Esta migración ilegal es diaria, al menos una lancha zarpa por día para cada isla caribeña con más de 30 venezolanos que se han convertido en los nuevos balseros del continente. Por el momento, las familias esperan las gestiones que hacen las autoridades consulares de cada país y el Ministerio de Interior y Justicia venezolano para repatriar, lo más pronto posible, Los cuatro cadáveres de sus parientes y así darles cristiana sepultura.