“Aquí ya hay más venezolanos que palomas”, dice sarcásticamente Sandra Benavides mientras da una mirada rápida hacía el centro del parque Santander, justo frente a la alcaldía de Cúcuta, publica La Opinión.
Afirma que con solo poner un pie en el parque se nota la diferencia. Cuenta que desde hace meses, las tradiciones del sitio se han ido mezclando con la cantidad de personas extranjeras que han llegado a la plaza en busca de una posibilidad de trabajo informal.
A las tradicionales fotos instantáneas, la venta de comida para las palomas y de globos, y a las estatuas humanas, se les unió el comercio de alimentos y bebidas propias del vecino país, y hasta de ropa.
“Aquí ya no caben ni las palomas”, dice jocosamente Fabio Cáceres, vendedor ambulante.
Los transeúntes se quejan de que la invasión del espacio público parece incontrolable para las autoridades.
Diariamente, un centenar de personas llega y pasa todo el día en el tradicional parque, ya sea en busca de una ayuda, o simplemente para resguardarse del implacable sol cucuteño.
“De verdad que quisiéramos hacer algo que no fuera esto de pedir, pero…”, dice la extranjera María Santana, mientras recorre el parque con un bebé en brazos en busca de una limosna.
También sin mucha suerte, Josefa Conde da vueltas con un puñado de alimentos dentro de una cesta, buscando algún comprador.
“Por aquí pasa mucha gente, entonces son más las posibilidades que tenemos de vender algo”, afirma. “Somos conscientes de que el que permanezcamos todo el día acá no da un aspecto muy bonito al sitio, pero no tenemos otra opción”, afirma.
Los mismos vendedores informales que llevan varios años en el parque dicen que ya se habla más venezolano que colombiano.