El concepto de clase media es muy elástico y no tiene una definición precisa. Puede incluir a personas que apenas lograron satisfacer sus condiciones mínimas y que estén en riesgo de perderles, como a personas acomodadas que no enfrentan ningún riesgo. Por eso, además de tomar en cuenta el ingreso, se deben considerar otras cualidades como: Búsqueda de medios de superación y movilidad social, inmueble propio base del desarrollo familiar, invertir en la educación de sus hijos, tener un plan de jubilación, poseer automóvil y otros bienes como televisión e internet. Pero existen otros organismos e instituciones (Banco Mundial, Cepal, The Economist) que en sus estudios sobre clase media estiman otras variables como: Ingreso per cápita diario, vulnerabilidad, condiciones de empleo (asalariado o por cuenta propia), nivel educativo, vivienda, automóvil, acceso a la salud, vacaciones y otras.
Una familia de clase media tiene un nivel educativo superior al de sus padres, un empleo estable en el sector formal y vive en zonas urbanas; procrea menos cantidad de hijos y las madres trabajan y aportan un ingreso adicional. Pertenecen a esta clase los comerciantes por cuenta propia y los profesionales liberales que realizan actividades en las cuales predomina el aporte intelectual, el conocimiento y la técnica; que ejercen una carrera obtenida en una universidad o en escuelas especializadas, habilitada a través de un título académico y no tienen relación de dependencia con sus clientes. Estas personas buscan siempre ascender social y económicamente mejorando su calidad de vida, modernizando su vivienda, accediendo a una buena nutrición, alimentación y educación; exigiendo buenos servicios públicos y de salud, mejor expectativa de vida, liberad, derechos humanos, acceso a la información y al sano entretenimiento.
La clase media constituye el pilar básico de la sociedad y la economía; y un país exitoso depende de la existencia y crecimiento de una poderosa clase media porque genera un círculo virtuoso de crecimiento económico y asegura su estabilidad política, mayor desarrollo y más mercado interno, posibilidad de las empresas incrementar sus ventas, elevar sus niveles de producción y empleos estables.
Invertir en educación de calidad es el factor fundamental de la movilidad social ascendente. Mejores escuelas y mejores maestros dotan a los alumnos de mayores posibilidades de ascender en la escala social. Y nuestra democracia lo logró, al crear las condiciones generadoras que consiguieron la creación y desarrollo de la clase media venezolana y convertir a Venezuela en un país. Desde nuestra primera experiencia democrática (1945-1948) se invirtió en: Educación: Creación del Plan Nacional de Alfabetización, de 355 planteles y la reapertura de la Universidad del Zulia (LUZ). En 1957 la educación media solo existía en Caracas y en algunas capitales de estado. Los gobiernos democráticos 1958-1998 aumentaron el número de planteles de 7.136 a 21.486 en 1998, el analfabetismo disminuyó de 40% a 7% y la tasa de escolaridad se incrementó de 23,7% a 56,8%. Universidades: En 1957 sólo había 10.616 estudiantes en 6 universidades: Central de Venezuela (UCV), Universidad de Los Andes (ULA), el Pedagógico Nacional, (actual UPEL-Pedagógico de Caracas), Universidad del Zulia (LUZ) y las universidades privadas, Santa María (USM) y Católica Andrés Bello (UCAB). Para 1998 Venezuela tenía 145 instituciones universitarias donde estudiaban 785.285 alumnos. Además, se creó la Corporación Venezolana de Fomento (CVF) para el emprendimiento de la clase media y el INCE para la formación del personal administrativo y obrero no escolarizado; y la clase obrera organizada fue agrupada en la Corporación de Trabajadores de Venezuela (CTV). Todo esto impulsó la movilidad social, el ascenso socioeconómico del venezolano y la creación de una poderosa clase media.
Pero desde 1998, la intención del chavismo y de éste régimen ha sido la de igualar a los venezolanos hacia abajo y extinguir a la clase media. Para lograrlo ha aplicado intencional y conscientemente políticas públicas y programas económicos como: la hiperinflación (control de precios, expropiaciones, aumento de salarios constantes, emisión de dinero inorgánico), el éxodo del capital humano y el hambre. Según la encuesta Encovi 2017, Venezuela se convirtió en uno de los países con mayor aumento de índice de pobreza: Más de 80% de los venezolanos han caído en pobreza por falta de políticas públicas que contribuyan a mejorar las condiciones de vida.
¿Quién iba a pensar que después de 40 años de democracia Venezuela retrocedería índices de pobreza de países africanos? ¿O a fórmulas represivas como la persecución de la oposición, la reclusión de presos políticos en los calabozos del Servicio Boliviano de Inteligencia Nacional (Sebin) en el Helicoide y Plaza Venezuela (La Tumba); o en cárceles como Ramo Verde, El Rodeo, Tocorón y Tocuyito, con mala alimentación, insalubridad, maltratos, torturas y asesinatos?
A pesar de todo eso, o tal vez debido a todo eso, debemos impulsar la unidad. Hoy la oposición está fracturada y desunida, al igual como lo estaba en 1957 bajo el régimen opresor de Pérez Jiménez. Pero ese año ocurrieron varios sucesos que la unificaron y al mismo tiempo debilitaron en proyecto continuista de la dictadura. En el “XIII Pleno del Comité Central del Partido Comunista (PCV)” se estableció la unidad total de la oposición política y la incorporación al frente antidictatorial de todos aquellos que deseaban el cambio sin importar cuál hubiera sido su pasado. Fue Pompeyo Márquez (PCV) quien realizó esta odisea al lograr agrupar a los otros tres partidos de la resistencia: AD, URD y Copei. Posteriormente se constituyó la Junta Patriótica primeramente integrada por URD y el PCV, prontamente ampliada con AD y Copei.
Fue esa unidad, esa rebelión civil y su causa común, el rescate de la democracia, lo que dio sus frutos el 23 de Enero de 1958.
*Abogado
@JMColmenares