LECTOR. No importa si usted está de acuerdo con el Gobierno o simpatiza con la Oposición, si usted se cree revolucionario o patriota, si usted consideraba terrorista o héroe a Oscar Alberto Pérez. Lo que realmente importa es que sea capaz de temblar de indignación –como dijo el Che Guevara- ante la injusticia. Lo que importa es que usted se dé cuenta cuándo es que el miedo le ganó a la valentía, cuándo es que el odio le ganó al amor. Y es que eso fue lo que sucedió el 15E18 en el sector El Junquito con el operativo contra el piloto rebelde y el grupo los Soldados de Franela. Oscar Pérez tenía el legítimo derecho, con razón o no, a oponerse al Gobierno de turno, como lo tuvo Hugo Chávez en su momento, como lo hizo Trotsky en la vieja Rusia, como Ho Chi Minh ante los norteamericanos, y tantos miles de ejemplos en el mundo. La Historia no olvida, aunque los hombres lo hagan. Y podemos estar o no de acuerdo con el método, incluso con el fondo, pero lo que es inaceptable es que para justificar el miedo que el piloto inspector del Cicpc causó en el alto gobierno, se le haya dado muerte, cuando ya era notorio, público y comunicacional que Pérez y su grupo estaban rendidos. Expresiones como las de la constituyentista Iris Varela, a través de Twitter, hablan por sí solas: No vale el llanto ni el arrepentimiento, sentenció Varela. “Urge capturar a su mentor Miguel Rodríguez Torres, tanto o más peligroso que esta lacra… Oscar Pérez. Ahora viene el show de la llorantina. ¡Qué cobarde cuando se ve atrapado como una rata!”, dijo Iris a la vez que calificaba al piloto de asesino sin que él hubiese matado a nadie. Con ello Iris anuncia que el ex ministro y compañero de revolución suyo, Rodríguez Torres, no podría esperar un final distinto, porque osó criticar políticas del gobierno. El Ministerio del Interior y Justicia emitió un destemplado comunicado, que no aportaba mayor información. Y la prenda se la colocó Freddy Bernal al reconocer que el jefe del colectivo Tres Raíces, Heyker Vásquez había muerto en el sitio, sin que hasta ahora nadie explique qué hacía ese grupo en el lugar. Pasaron las horas y el gobierno no reconocía oficialmente la muerte de Oscar Alberto Pérez ni se sabe exactamente cuántos ni quienes murieron en el hecho. No se resguardó la escena y se procedió a derrumbar lo que quedó del lugar donde estaba el grupo rebelde. No se entrega el cadáver. En la morgue les dijeron a los abogados que sería cremado. En las redes sociales y chats de grupos ligados al gobierno se difunden historias falsas sobre Pérez en un linchamiento moral del hombre. Lo increíble es que haya quienes celebren la muerte del piloto como si fuera el Bin Laden venezolano. No hubo para Oscar y su grupo aquella máxima de la guerra “honor al caído”. Es el momento de recordar al gran Willy Brandt, aquel que enfrentó al nazismo desde los 17 años: “El riesgo de volverse cínico se corre, y de qué manera, cuando se llega al poder”.
DELINCUENCIA. Fue el 07 de enero 2018, a las 9:30 AM, tres kilómetros antes del peaje La Raya, en la autopista entre San Felipe y Morón. Una comisión de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) se encuentra con los obstáculos llamados miguelitos. Uno de los cauchos estalla. Mientras el comisario Bermúdez cambia el neumático llegan los jovencitos Juan José Sequera Alvizu y Yormer Gabriel Ramírez Moreno, quienes habrían intentado atracarlo, apuntándole con una escopeta, pero el comisario les dispara, muriendo los dos muchachos.
Siga leyendo acá