La fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente cubana “convocó” hace dos días a elecciones presidenciales para antes del 30 de abril de este año. Una decisión que no tiene ningún fundamento, ni ninguna validez y que los venezolanos debemos rechazar contundentemente, sin hacer el juego, para “organizarnos” e “ir unidos” a este nuevo reto.
No. Simplemente la convocatoria es absolutamente nula, inconstitucional, además de significar el primer paso en el nuevo fraude que les permitiría, si lo aceptamos, la imposición del bandidaje a perpetuidad, lo que traerá en el corto plazo la destrucción total de lo que queda de país, una vez próspero y con esperanzas e ilusiones.
Podemos hablar de elecciones, siempre con las condiciones que exigen los venezolanos; pero no recibir las instrucciones del fraudulento órgano o parapeto creado por la dictadura e ir a las “urnas” en tres meses con “sus reglas” para consolidar “su democracia” como lo afirma el psiquiatra Rodríguez. La simple convocatoria es una burla. Ella incluso destruye lo que ellos y muchos de nosotros sabíamos que era una farsa: el tal “diálogo” en Santo Domingo. Me imagino, si es que todavía tienen algo de vergüenza, la cara del Zapatero y de los dominicanos que han venido promoviendo esta farsa, más después del retiro por razones plenamente justificadas, de México, como veedor y del anuncio de Chile que parece seguir los mismos pasos de México, ante este nuevo atropello de una de las partes que se sienta para “dialogar” sobre la “democracia” en Venezuela.
Nadie se opone a las elecciones. No, todo lo contrario. Es una forma, una vía, aunque no la única, lo sabemos, para salir de esta gente y restaurar el orden y recuperar el país; pero claro está, no hablamos de cualquier elección sino de una verdadera elección con un CNE independiente, verdaderamente independiente e imparcial; integrado por personalidades serias y decentes y no las patoteras prepotentes que hoy integran el Consejo.
Elecciones significa un proceso electoral en el que no puede haber discriminación ni misterio, en el que se reabra el registro electoral y se permita a los millones de venezolanos en el exterior que voten en sus lugares de residencia. un proceso en el que los observadores internacionales se sienten en la sala de escrutinio del CNE, como se ha hecho en otros países, incluso en la reciente elección en Honduras, tan cuestionada por los chavistas mismos, y cuenten los votos que llegan, los sumen y den al final los resultados auténticos.
Eso se traduce en lo que para todos es el fundamento de la democracia: Elecciones libres, justas, honestas, solo así, que expresen la verdadera voluntad popular.
Difícil con este bandidaje, pero posible si el llamado a la unidad gira, no en torno a candidatos y a las tarjetas, sino a una estrategia para frenar la barbarie, lo que apoyaría la comunidad internacional que muchas veces se siente confundida cuando las distintas oposiciones muestran sus contradicciones en sus programas.
Es el momento de elaborar una estrategia única, seria, responsable de cara al país que lo espera; pero una estrategia para enfrentar y no para cohabitar con el bandidaje en el poder y detener el epílogo del Golpe de Estado continuado que vienen cometiendo desde 1999 y lograr cambiar las cosas que, demás está decirlo, desea la inmensa mayoría de los venezolanos.
Robert Carmona-Borjas