La gira del secretario de Estado Rex Tillerson por varias naciones americanas ha servido para recomponer de nuevo las filas del cerco diplomático de los países de la región sobre Venezuela, reseñó ABC.
Volvemos a alineamiento que ya hubo hace seis meses, durante el verano pasado, cuando la asamblea general de la Organización de Estados Americanos (OEA) puso al régimen venezolano contra la pared. Nicolás Maduro consiguió luego aflojar ese cerco internacional recurriendo a la táctica habitual: un pretendido diálogo con la oposición, en el que el Gobierno nunca cede nada y siempre obtiene el oxígeno necesario para avanzar en su camino.
Cuando los vecinos continentales se disponen a retomar su presión sobre Venezuela, Maduro ya ha logrado realizar dos nuevas elecciones abiertamente no democráticas (de gobernadores en octubre y municipales en diciembre) y está en puertas de orquestar su reelección (las presidenciales se han convocado para el 22 de abril).
¿Habrá finalmente una reacción contundente de la comunidad internacional? En el último año se ha registrado un incremento de sanciones contra dirigentes del régimen (establecidas por EE.UU., otros países americanos y la UE), pero la única medida diplomática que podría ser efectiva es el embargo petrolero. Hace ya seis meses Washington parecía dispuesto a esa decisión, pero se quedó un paso por detrás: solo prohibió la compra de nuevas emisiones de bonos de PDVSA.