Las grandes naciones, que hoy llamamos desarrolladas, consiguieron su progreso por el trabajo de sus hijos. Recuérdese el trabajo de los pioneros en los Estado Unidos y la ardua labor del Conquistador Español cuando se convenció de que su Dorado estaba en la agricultura. De las haciendas de Barlovento nacieron los grandes cacaos caraqueños.
Don Andrés Bello, al criticar, en su Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida, la lascivia, el ocio y el refinamiento de los jóvenes de su tiempo, decía:
“No así trató la triunfadora roma, las artes dde la paz y de la guerra; antes fió las riendas del Estado a la mano robusta, que tostó el sol y encalleció el arado, y bajo el techo humoso campesino, los hijos educó, que el conjurado mundo allanaron al valor latino”.
Ningún trabajo empequeñece, todo trabajo magnifica. El trabajo que se armoniza con la libertad y con la aptitud del ser humano es fuente de satisfacciones interrumpidas.
Por lo que llevo dicho y el título dado a la nota, podrá colegirse que se trata de una loa que reconoce el trabajo, al tiempo que repudia el hedonismo, el aprovechamiento parasitario de lo ajeno, y desde luego, la manipulación de las miserias del pobre.
Entre tantas perversiones que ha acometido el régimen que desgobierna y destruye mi país, se inscribe la vergonzosa y mal llamada caja clap. Se sabe que es un mecanismo de control social que debe señalarse con la fuerza y precisión del caso, sin cansarse y que aunque calme el hambre de tantos conciudadanos, procuremos alertar sobre lo que ello comporta: la manipulación de las miserias del pobre, la compra y venta de sueños y conciencias, esa otra metáfora de la pobreza que es el ch … abismo.
Las clap no deben existir, ni ninguna otra práctica perversa de parecida naturaleza. Ello niega el trabajo digno, las esperanzas de progreso y superación, la posibilidad de concebir cada quien sus propósitos para un mejor futuro. Al contrario, toda “política” que tienda a facilitar la dependencia, la flojera y el parasitismo, quiebra las aspiraciones, rompe los sueños, hunde toda posibilidad de alcanzar mejores condiciones de existencia.
La sigla clap es –entre tantas otras- señal del terrible momento que vive el país, cuyo régimen no descansa en su afán por hundirnos aún más en la miseria. ¿Acaso no es una barbaridad decir que el pueblo manda haciendo colas por un paquete de harina o pote de leche y pariendo por medicinas?
Hay que formar células y cuerpos de opinión, de voces y de voluntades para salvaguardar aquellos valores que son patrimonio inmarcesible de nuestras costumbres, tradiciones e instituciones. Rescatar la democracia es hoy día un compromiso ineludible e impostergable.
Venezuela requiere de un giro de muchos grados, de un cambio de timón y timonel, y para ello es imprescindible –como dice mi amigo el historiador- el reencuentro de sus líderes y la gente.
Nunca es suficiente, por eso insisto en que ni malo ni pésimo, el de chávez ha sido el peor gobierno de nuestra historia republicana, y la barbarie le pisa las patas, no precisamente para lavarlas.
Y la verdad sea dicha, es preciso no haber nacido en un país, padecer de un resentimiento muy arraigado o ser bien despreciable para odiar a su gente. Conviene saber que el sufrimiento es una miseria y exaltarlo una perversión más. Sufrir es malo en sí mismo y punto.
Jesús Peñalver