La candidatura de Falcón; un error lamentable, por Trino Márquez

La candidatura de Falcón; un error lamentable, por Trino Márquez

La decisión unilateral adoptada por Henri Falcón al inscribir su candidatura presidencial, representa un error que puede resultar muy costoso para la oposición y el país. El régimen alcanzó la meta que se había propuesto hace mucho tiempo: fracturó la unidad que, en medio de numerosos tropiezos, había logrado preservarse desde que la Coordinadora Democrática encallara por allá en 2004, después del referendo revocatorio.

Luego de los desplantes y abusos cometidos en la ronda de Republica Dominicana, convenía demostrar cohesión y coherencia frente a un contrincante que arrolla a su adversario, destruyendo incluso su propia legalidad. La exigencia fundamental por la cual se fue a la isla caribeña,  se resumía en demandarle al gobierno que cumpliera con la Ley del Sufragio (Lopre), aprobada por ellos mismos cuando poseían el control absoluto de la Asamblea Nacional. No se le pedía que inventara unas nuevas normas para aplicarlas en Bambilandia, el país donde los niños son felices.

La MUD, asumiendo todos los riesgos que su postura entrañaba, fue a reunirse con un gobierno al que nadie le cree ni los buenos días. La MUD no cedió frente a los sectores etremistas de la oposición, quienes veían en esas conversaciones una maniobra distraccionista de Maduro para ganar tiempo, y encaró a una amplia corriente de la opinión pública que pensaba que ese ciclo de conversaciones sería inútil e inconveniente. Los dirigentes de la MUD tuvieron el coraje para plantarse ante ambos bandos, corrigieron los entuertos cometidos en 2016 e iniciaron una etapa de negociaciones, que no finalizó con un acuerdo entre las partes porque el gobierno pretendía violar la Lopre con el beneplácito de la MUD. Si esta instancia hubiese suscrito el acuerdo presentado por el gobierno, firmado solo por Maduro con el apoyo de Rodríguez Zapatero, habría incurrido en un fallo incalificable ante el país y la comunidad internacional que ha respaldado la recuperación de la democracia en Venezuela.  

El régimen no se conformó con ignorar la Lopre y marginar los sanos consejos de los cancilleres amigos del propio gobierno. Además, fue a la caza de los partidos opositores. Inhabilitó a la MUD, cuya tarjeta ha sido la más votada en la historia nacional, y se cargó a Voluntad Popular y a Primero Justicia. Todos estos atropellos, en medio de los encuentros caribeños.

Los excesos fueron cometidos, no por un gobierno popular y exitoso, sino por uno que ha provocado la crisis más dramática en la historia nacional y el más aislado y desprestigiado del que se tenga memoria.

Ante el aquelarre dirigido por el eje La Habana-Caracas, con la complicidad de Rodríguez Zapatero, había que demostrar coherencia y cohesión interna. Si Maduro, con el exclusivo propósito de engraparse a Miraflores, quería organizar unas elecciones a destiempo y violando reglas democráticas básicas, para imponer su incontenible voracidad por el poder, había que mantener las demandas con las que se había llegado a Dominicana, y que constituyeron la base de los argumentos con los que se encaró a los  extremistas de la oposición y de la opinión pública, y se justificó la presencia en la mesa de negociaciones. Haber complacido al gobierno yendo a unos comicios diseñados a la medida de Maduro, habría erosionado aún más la frágil credibilidad en los líderes opositores, y habría confundido a la comunidad internacional que le demanda al régimen el regreso a la constitucionalidad y lo presiona para que ceda.

El error de Falcón va acompañado de deslealtad con la dirigencia opositora, que ha sido perseguida, sancionada y excluida por el gobierno. Me refiero al acoso permanente a la MUD, en cuanto plataforma unitaria, y a Voluntad Popular y PJ, organizaciones integrantes del bloque opositor.

Invocar la posibilidad real del triunfo ante Maduro, me parece un argumento con una falla estructural evidente. ¿Cómo es posible derrotar un régimen que ha diseñado un proceso electoral a su medida, si el aspirante comienza desprendiéndose de su fuente original de apoyo, la MUD? La oposición fracturada jamás derrotará al jefe de Somos Venezuela. Falcón olvidó la célebre  conseja de Maquiavelo: divide y reinarás. Decir que Maduro es impopular, que por esa razón es derrotable y que, en consecuencia, se inscribió en el CNE, también es un razonamiento falaz. Los dictadores no suelen ser muy populares, menos los ineptos y corruptos.  Y, aunque se les puede derrotar electoralmente, esas victorias se construyen sobre sólidas plataformas programáticas y organizativas surgidas del consenso o de amplios acuerdos, hilvanados con tesón por sus adversarios. Este no es el caso.

En su discurso de inscripción en el CNE, Falcón asomó la posibilidad de retirarse si el órgano electoral no ajustaba las condiciones electorales  a la Ley del Sufragio. Tendrá la oportunidad de enmendar su error y participar en la nueva estrategia que se diseñe para luchar contra el régimen. Veremos.

@trinomarquezc

Exit mobile version