Creo que fue Jorge Valdano, el exjugador y exentrenador del Real Madrid, quien alguna vez dijo que de las cosas menos importantes, el futbol era la más importante de todas; y no le faltaba razón. En su país de origen, el deporte rey es casi una religión y, como tal, inseparable de la política. Cristina Fernández, con su programa gubernamental Futbol para Todos, que llevó el balompié argentino a toda la población de manera gratuita, pero a un costo superlativo para el Estado, y Mauricio Macri quien recibió esa carga hereditaria del populismo kichnerista, son dos de los más recientes ejemplos que lo corroboran.
Pero en España, el país donde se nacionalizó Valdano, lo que pasa con el futbol, la manera como lo viven allí, según dice una publicidad de la Liga, claramente dirigida al mundo asiático, no puede ser futbol, tiene que ser otra cosa. Y sin duda lo es, es algo más que futbol. Es obviamente fanatismo como en cualquier otra parte, pero a la vez, es madridismo, sevillanismo, barcelonismo, en fin, regionalismo. Aunque también puede ser nacionalismo, monarquismo, franquismo y, por supuesto, independentismo. Este último, a la orden del día, con servicio a la carta para lo que se quiera pedir y donde, en su amplio menú, puede verse casi cualquier cosa, incluso un equipo de futbol perteneciente a la liga española, que ya desde hace tiempo viene jugando a la política, de manera abierta y en franco contrasentido con el espíritu deportivo que lo anima.
Por eso, no resulta extraño que dentro de las profundas contradicciones que evidencia el separatismo catalán, la voz de la exdirectiva del Barcelona FC, María Elena Fort, tenga todo nuestro respeto y hasta admiración. Para élla el Barça no debe jugar la final de la Copa del Rey el próximo 21 de abril, en la cual asistirá, como es costumbre, Felipe VI. “Por dignidad. Por valores. Por nuestra historia”, ha escrito la señora Fort en su cuenta personal de Twitter. Además añade que un título “no está por encima de la dignidad de nuestros representantes. Basta de arrodillarse”.
El llamado a rebelarse contra esta tradición y contra el Rey Borbón, ha tenido ya receptividad entre los socios del club y su directiva siendo hasta ahora más de sesenta los que han firmado un documento pidiendo que el presidente del Barcelona Josep María Bartoméu, así como el resto de la directiva del Barça, no acudan al palco del Wanda, el nuevo y flamante estadio del Atlético de Madrid, donde se jugará la final, en señal de protesta por los políticos independentistas encarcelados por el régimen de Rajoy y quienes permanecen en prisiones que están cerca de allí.
Si la presión continua y las plataformas separatistas como ya anuncian, harán todo lo posible para boicotear la próxima Copa del Rey, es muy probable que el Barcelona, no esté presente y que, por primera vez en su historia, dicho evento no se juegue. Además, el señor Bartoméu, quien es un independentista declarado, como el defensa del Barsa Gerard Piqué o su exentrenador Josep Guardiola, ya ha dicho que continuarán “estando al lado de la voluntad de la mayoría del pueblo de Catalunya, expresada siempre de una manera cívica, pacífica y ejemplar”. Por lo cual, de ser eso lo que quiere el pueblo catalán independentista, pareciera que la conclusión es que si, que deberían dárselo y no acudir a la final de copa.
Sin embargo, vemos difícil que eso llegue a suceder, pues detrás de las bambalinas y de las declaraciones rimbombantes, hay fuertes intereses económicos y políticos que proteger, que en caso contrario pudieran afectar seriamente el futuro del Barsa como institución. Más allá de que el propio Bartoméu haya dicho en el pasado que en caso de darse la independencia de la región catalana, el club valoraría en cual liga jugar, el asunto no es tan sencillo; por el contrario, es harto complicado y el Barcelona como club de futbol se devaluaría de la noche a la mañana, como una empresa en quiebra lo hace en Wall Street.
No obstante nuestro apoyo a la coherente petición de la señora Fort, pensamos que no es suficiente y que se quedó corta. Los separatistas catalanes deberían pedir, no que el Barsa se ausente de la Copa del Rey, en demostración de rebeldía y solidaridad con su causa, en la cual, dicho sea de paso, la actual monarquía no tiene nada que ver, pues históricamente fue Jaime I, El Conquistador, quien anexó la antigua Cataluña a la Corona de Aragón, sino más bien que no juegue más en la liga española de futbol. Como, igualmente, que el propio Piqué o quien se considere sentimentalmente divorciado de España, vistan la camiseta de la selección nacional española mientras dan declaraciones secesionistas, en una contradicción inexplicable, que tal vez sea un indicativo de la confusión ideológica e histórica que manifiestan lo políticos separatistas catalanes, que en países como Alemania o Francia, por definición constitucional, no pudieran ejercer su apostolado.
Definitivamente, el futbol en España es otra cosa, es también un sainete, una tragicomedia, que no se diferencia en nada, a la otra de la política.
@xlmlf