Ayer, el juez Sérgio Moro ordenó que el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, vaya preso para cumplir la condena a 12 años de prisión, en una de las causas en las que se investiga la corrupción durante su gobierno, reseñó Infobae.
Sin embargo, Lula da Silva permanece atrincherado en la sede del sindicato metalúrgico de São Bernardo do Campo junto con familiares, amigos y dirigentes políticos, y declaró que no planea trasladarse a Curitiba para entregarse.
Moro le dio a Lula hasta las 17 horas de hoy viernes (20:00 GMT) para entregarse ante la Policía Federal en Curitiba, al sur del país. Pero el ex presidente le dijo esta mañana a Folha que estaba “tranquilo” y que había hecho “sus ejercicios matinales como todos los días” y que no estaba en sus planes viajar a Curitiba.
Su decisión, contraria a una orden judicial, trae aparejada graves consecuencias. Según detalla O Globo, si el ex mandatario no se presenta, será declarado en “resistencia a la prisión”, lo que complica aún más esta causa y las otras seis que tiene en su contra. De hecho, con esta decisión, se aleja de cualquier futura
excarcelación.
Es que según la ley, que prevé castigos para una situación como esta, en los otros cuatro expedientes en su contra que se estén tramitando en la Justicia, ahora se puede pedir su prisión preventiva.
Es más, el diario brasileño explica que si como consecuencia de su decisión se produjese algún tipo de incidente en el que alguien, cualquiera sea, resulte herido, la Justicia lo considerará responsabilidad suya.
Por último, el juez Moro había especificado una serie de beneficios para resguardar la “integridad física y moral” de Lula durante su detención. El magistrado había ordenado que no fuera esposado y que fuera alojado en
una celda individual lejos de presos comunes. Esos beneficios también desaparecerán.
Vía: Infobae