La catástrofe humanitaria provocada por la dictadura de Maduro ha obligado a cientos de miles de venezolanos a emigrar, a solicitar protección y asilo, para garantizar sus vidas y las de sus familiares y asegurarse un futuro digno, un mejor provenir.
El problema de las migraciones, de las personas que huyen de una realidad política y social como la que nos golpea hoy en día, afecta al país, porque su capital humano se desintegra; también a los mismos venezolanos que dejan todo para recomenzar una vida, cualquiera que haya sido su formación y por supuesto a los países receptores que deben asimilarlos para disminuir el peso de una carga que se hace cada vez más importante, más en los países con recursos limitados, es decir, países de menor desarrollo relativo.
Esos venezolanos que huyen están desprotegidos. El régimen los abandonó, lógicamente, por ser enemigos de una revolución sin sentido que solo ha traído destrucción y miseria en el país. Esos miles de hombres y mujeres con sus familiares están simplemente desorientados e incluso sometidos no solo a la realidad del emigrante, que incluye prácticas discriminatorias en su contra o de xenofobia, emergente con frecuencia en estas situaciones; sino a los inescrupulosos que se aprovechan de esta situación, para explotarlos.
Los venezolanos exigimos respeto de sus derechos, de parte del Estado venezolano, representado hoy por ese régimen forajido ilegítimo, desconocido por la comunidad internacional en su conjunto; también de los países amigos receptores que tienen la obligación de solidarizarse con esta tragedia que nos afecta hoy a nosotros, pero mañana y ojalá no sea así, a otros…
Los venezolanos requieren del apoyo de todos para que puedan insertarse en la mejor forma en las sociedades receptoras, para que logren su residencia legal y sus permisos de trabajo, pero también para que conforme a sus capacidades contribuyan con el crecimiento del país que los recibe.
Es un problema complejo que exige el concurso de todos. Desde Arcadia Foundation estamos trabajando para asistir a nuestros compatriotas. Nada fácil, pero se avanza, pues consideramos que el apoyo que se brinde garantizará su condición de migrante lo que a la vez le permitirá adquirir experiencias que en el futuro puedan ser utilizadas en el país para nuestro desarrollo cuando las cosas cambien, como en efecto ocurrirá pronto.
La formación, la capacitación de los emigrantes, el apoyo legal que se le pueda brindar a esa enorme colonia de compatriotas que ha abandonado el país por el terror que nos ha impuesto un régimen criminal como el de Maduro, es una obligación que tenemos todos, es una responsabilidad compartida, en la que cada uno debe aportar sus capacidades.
Robert Carmona-Borjas