Esta semana se produjo otra alerta de Fedeagro a nuestra población y a la comunidad internacional, denunciando la grave situación de desabastecimiento de alimentos que amenaza con profundizar, aún más, la grave crisis humanitaria que padecemos. Este mismo año antes del inicio de la primera temporada de siembra, el gremio llamó la atención del gobierno para que permitiera las condiciones requeridas para el buen desempeño del ciclo agrícola.
A pesar de las reiteradas advertencias el régimen hizo caso omiso de los legítimos planteamientos de los productores agrícolas. La negligencia oficial tendrá consecuencias letales para nuestra sufrida población, ya que la producción primaria de alimentos mermará considerablemente haciendo indetenible la caída de la producción de alimentos.
Fedeagro estima para este año, que en relación a 2017 la caída sostenida de la producción de los rubros más importantes de la producción agrícola será: en maíz -45%, en arroz -11%, en caña de azúcar -3% y en café -25%. Estos rubros son los más importantes del sector agrícola vegetal, tanto por el volumen cosechado como por el valor de su producción. La merma de la cosecha traerá como consecuencia menos materia prima para la agroindustria que solo dispondrá de 50 días para la producción de harina precocida, 100 días para el arroz empacado y 80 días tanto para la elaboración de azúcar refinada como del café molido.
También se ha tornado dramática la situación de abastecimiento de los alimentos de consumo directo como las hortalizas y la papa. El elevado precio de estos alimentos se debe a la baja oferta de estos productos que antes abastecían a la población en más del cien por ciento de su demanda. El 70% de la producción de papa normalmente se produce en el primer trimestre del año, en los estados Aragua, Guárico y Lara. Este año solo se ha logrado producir un 5%, en el caso de las hortalizas nada más se cubre el 25% de la demanda.
La escasez y el alto costo se deben a la falta de semillas, fertilizantes, agroquímicos, lubricantes y repuestos que son indispensables para producir. Estos insumos, cuando se consiguen, están valorados a dólar de libre mercado. Por ejemplo: un saco de semilla de maíz que en 2017 se vendió a 80.000 bolívares, este año se vende a 30.000.000 de bolívares, un aumento de 37.400%.
Otra dificultad para que el sector primario se dedique a producir es el irrespeto a la propiedad privada, el cual es propiciado y tolerado por el régimen. Días antes y luego del evento político denominado por el régimen “elecciones presidenciales”, el gobierno promovió invasiones de unidades de producción agrícola a todo lo largo y ancho de nuestro país, paralizando de esta manera la siembra y mantenimiento de cultivos y las actividades del sector pecuario en los predios afectados. Amparados en estas invasiones se suceden los saqueos de la infraestructura, de la maquinaria, de los insumos y del ganado perteneciente a las víctimas del populismo delincuencial, dejando estas fincas totalmente improductivas.
El régimen, después de haber destruido la producción de alimentos y las empresas básicas generadoras de divisas, ahora saca provecho de la crisis humanitaria utilizando la escasez y la carestía de los alimentos para someter a gran parte de la población como rehenes del hambre en su intento de perpetuarse en el poder. Como la distribución masiva de alimentos no le rindió rédito electoral, cerró esos establecimientos y se “atrincheró” detrás de las cajas del Clap en un acto desesperado de sobrevivencia política. Esta actitud constituye una flagrante violación de los derechos humanos hacia nuestra población, por lo que ha sido tomada en cuenta en los distintos informes internacionales donde se denuncia al régimen, como actor de distintas acciones de violación de los derechos humanos fundamentales. Confiamos firmemente en que la justicia llegará muy pronto. Un nuevo gobierno es necesario para reestablecer el estado de derecho y con él las garantías de la producción nacional de alimentos para todos los venezolanos. Trabajaremos en eso sin descanso.