Un jarrón del siglo XVIII creado para el emperador Qianlong de China y olvidado en un ático durante décadas, fue vendido este martes en París en una subasta por 16,2 millones de euros (19,1 millones de dólares), un récord para una porcelana china en Francia.
La pieza de excepción fue adquirida tras una ardua puja que se prolongó varios minutos en una sala de Sotheby’s entre un reducido grupo de interesados chinos, hasta que se impuso uno de ellos, joven, que se mantuvo en el anonimato, constató la AFP.
La venta constituye un “récord absoluto para una obra vendida en Sotheby’s París desde la apertura del mercado a las casas de subastas extranjeras” en 2001, según la casa de remates.
Estimado antes de la subasta entre 500.000 y 700.000 euros, el jarrón se halla en perfecto estado de conservación y presenta detalles policromos, entre los que dominan los tonos rosas. Está decorado con un paisaje poblado de gamos y grullas rodeados de pinos. Bajo la base, figura una “marca del reino” de seis caracteres.
“Este jarrón es el único conocido en el mundo con este tipo de detalles. Es una obra de arte mayor, como si descubriéramos un Caravaggio”, según Olivier Valmier, comisario especializado en arte asiático.
La obra maestra fue hallada en la buhardilla de una casa de campo familiar, donde permaneció durante décadas, entre otras piezas chinas. “Este jarrón no nos gusta mucho y a mis abuelos tampoco les gustaba. Sus colores son demasiado vivos”, explicó la propietaria. Hace tres meses, contactó con Sotheby’s, donde el objeto llegó metido en una simple caja de zapatos.
Habría sido adquirido en Francia a fines del siglo XIX. En el interior de un perfumador japonés igualmente conservado en la buhardilla, se halló una factura que remonta a la Exposición Universal de 1867.
Únicamente cuatro jarrones llamados “yancai ruyi”, con este tipo de paisaje idílico, han sido documentados en la producción de los talleres imperiales de Jingdezhen.
En 1765, dos fueron destinados a los Pabellones de Buda en los apartamentos privados de Qianlong. En 1769, otros tantos fueron encargados como regalo de aniversario para el emperador. Un objeto de forma y estilo similar, pero sin grullas, se conserva en el museo Guimet de París.
– Un dibujo libre –
Aunque se trata de un dibujo muy libre, el paisaje no es imaginario, puesto que está inspirado en el Parque Imperial de Caza de Mulanj, una de las residencias de verano donde se instalaba el emperador durante las temporadas de más calor.
Los animales y las plantas representadas están cargados de símbolos: el gamo es sinónimo de felicidad y prosperidad, las grullas -monturas de los inmortales en el aire- personifican la vejez; el pino verde representa la vida eterna y el lingzhi, un hongo, la inmortalidad.
Las piezas imperiales del periodo Qianlong (1735-1796) son especialmente buscadas.
Un sello imperial fechado de esa época estableció un récord mundial al venderse por 21 millones de euros en diciembre de 2016 en París.