Iván Duque podría pertenecer al club de los Macron, Trudeau o la neozelandesa Jacinda Arden, de tan solo 37 años, a la que cita con frecuencia: gobernantes carismáticos, decididos y jóvenes, sin gran bagaje político, que miran el futuro con gran confianza y se conectan con las nuevas generaciones, reseña El Mundo de España.
A sus 41 años, Iván Duque solo lleva cuatro en política como senador del Centro Democrático, se declara centrista pese a que su partido es de derecha, su discurso es de innovación y economía naranja, y sabe ganarse a los jóvenes cuando los tiene cerca.
Pero tales atractivos presidentes, de naciones del primer mundo, no deben lidiar con guerrillas obsoletas ni mafias narcotraficantes, ni con una corrupción que devora todo a su paso o unas desigualdades sociales insultantes. Tampoco contaron con el impulso de un polémico mentor que despierta odios y pasiones a partes iguales, como Álvaro Uribe Vélez. Uno de sus principales retos será marcar su propio camino, salir de su sombra para dejar huella sin ofenderle a él y a los votantes uribistas que no desean otro Juan Manuel Santos.
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