Más de 2 mil personas resultaron afectadas por inundaciones entre julio y agosto de 2017 por la crecida de los ríos Caroní y Orinoco, y el alivio tardío de las centrales hidroeléctricas de Guayana, retardo que no solo generó un cuantioso derroche energético sino que incidió también en la intensidad de las inundaciones y obligó a habilitar una decena de refugios, publica el diario Correo del Caroní.
Este año, el embalse de Guri registra niveles altos y aunque el río Orinoco, que converge con el Caroní, no debería alcanzar su pico hasta septiembre, el ingeniero y consultor en temas eléctricos y José Aguilar, considera que la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) debe tomar la decisión de aliviar los embalses de las centrales hidroeléctricas paulatinamente, de acuerdo con los modelos predictivos, “y así al menos resguardar a la gente más indefensa para no añadirles más penurias y destrucción”.
“Estamos en la época de más lluvias, no reactivamos las empresas básicas y también el sistema de transmisión 765 kV está bastante deteriorado para poder enviar su máximo al resto del país fuera de Guayana, por lo tanto al Guri no le queda otra que subir de nivel”, indicó.
En 2017, expertos eléctricos señalaron que el manejo indebido de la central en Guri y la apertura tardía de las compuertas del embalse aumentaron los riesgos de inundaciones en Puerto Ordaz y San Félix. De hecho, los afectados reconocieron que las inundaciones solo se comparaban con las ocurridas tres décadas atrás.
Aguilar recalcó que la negligencia estriba en que las autoridades del Sistema Eléctrico Nacional saben con anticipación de 32 meses qué es lo más probable que puede suceder en el río Caroní que alimenta las centrales hidroeléctricas del bajo Caroní. “El 6 de julio (de 2017) se abrieron las compuertas cuando el embalse había alcanzado la cota 267,83 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.), equivalentes al 85,8% del volumen útil del embalse (el embalse no estaba lleno). Luego de tirar al desperdicio, casi 20 millones de litros de aguas ese día, se cerraron las compuertas por los siguientes 11 días a sabiendas de que se venía una crecida”.
El ingeniero detalló que, en ese lapso, el embalse de Guri subió y se abrieron las compuertas tardíamente; “los caudales de aportes llegaron al 95,4% del máximo histórico, alcanzado en 1994. Este accionar, sin incluir un esfuerzo serio proactivo desde el punto de Defensa Civil, terminó arremetiendo contra los más indefensos, las poblaciones aguas abajo”. La apertura tardía de las compuertas coincidió, a su vez, con la crecida del Orinoco que se encuentra con el Caroní.
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