Un grupo de 114 venezolanos comenzó a rehacer sus vidas en el noreste brasileño, región en la que se instaló hoy una parte de las centenas de personas que llegaron provenientes del vecino país huyendo de la grave crisis y que se concentran en el fronterizo y empobrecido estado de Roraima.
EFE
Las ciudades de Igarassú, en la región metropolitana de Recife, la capital de Pernambuco, y Conde, en el vecino estado de Paraíba, recibieron el lunes, respectivamente, a 69 y 45 inmigrantes venezolanos que estaban en Boa Vista, capital de Roraima, y fueron trasladados en un avión de la Fuerza Aérea Brasileña.
La Secretaría de Desarrollo Social de Pernambuco reiteró hoy el compromiso de ese estado del noreste frente al intenso flujo migratorio de venezolano de los últimos meses y empeñó su palabra en dar asistencia para garantizar la salud, educación e “interiorización” de los ciudadanos del vecino país.
Los 39 adultos y 30 jóvenes y niños venezolanos que llegaron a Recife reciben asistencia en la organización no gubernamental Aldeas Infantiles S.O.S., entidad que forma parte del programa de las Naciones Unidas para los refugiados.
“Estamos en una casa bonita. En Venezuela me hubiera gustado tener una casa así. En Venezuela no tengo casa, porque cuesta mucho tener una. Estamos contentos (…) Hay alimentos, estamos agradecido”, afirmó a Efe Eduardo José, de 38 años y padre de tres hijos.
Otros 45 adultos siguieron para Conde, mientras que un grupo adicional de 30 personas fue trasladado en el mismo avión militar hasta Río de Janeiro.
Entre abril y mayo pasados, Sao Paulo, la mayor ciudad del país, Cuiabá y Manaos, capitales respectivamente de Mato Grosso (occidente) y Amazonas (norte), acogieron a un total de 527 personas, como parte de la iniciativa del presidente brasileño, Michel Temer, para ayudar a Roraima en la atención migratoria.
Una delegación del Parlamento Europeo realizó la semana pasada una visita de tres días a Roraima para evaluar sobre el terreno la situación de los venezolanos, mientras que el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, en su visita oficial a Brasil, hizo lo mismo en un albergue de Manaos.
Las autoridades brasileñas calculan que en el último año y medio han entrado a Brasil unos 50.000 venezolanos que huyen de la crisis política, económica y social que azota la nación petrolera y estiman, además, que cerca de 400 cruzan diariamente la frontera.
Todo el proceso de “interiorización” es organizado por el Gobierno con el apoyo de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).