El nuevo Congreso de Colombia, elegido el pasado 11 de marzo, inicia mañana su período de sesiones, una legislatura especial porque por primera vez tendrán asiento en el Senado y la Cámara de Representantes diez exguerrilleros de la FARC y que coincidirá con el cambio de presidente de la República.
EFE
La sesión solemne de este 20 de julio, día de la Independencia de Colombia, será instalada por última vez por el presidente Juan Manuel Santos, quien entregará el cargo el próximo 7 de agosto a su sucesor, Iván Duque.
La primera fuerza en el Senado, con 19 de un total de 108 escaños, es el partido Centro Democrático, fundado por el expresidente y senador Álvaro Uribe, y al cual pertenece el presidente electo.
En la Cámara, formada por 169 representantes, el Centro Democrático es la segunda bancada, con 32 curules, tres menos que el Partido Liberal.
En los dos casos el uribismo deberá hacer alianza con sectores del centro y de la derecha, representados por los partidos Cambio Radical, Liberal y Conservador especialmente, que apoyaron a Duque en la segunda vuelta presidencial, el pasado 17 de junio, para sacar adelante la agenda legislativa del nuevo jefe de Estado.
Sin embargo, lo más novedoso de este Congreso será la inédita presencia de cinco senadores e igual número de Representantes a la Cámara de la antigua guerrilla en virtud de lo pactado en el acuerdo de paz firmado en noviembre de 2016, que le garantiza una representación mínima por dos periodos legislativos, aunque no los gane en las urnas.
Para ocupar esas curules el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, en el que se convirtieron las FARC tras dejar las armas hace un año, escogió a dedo a sus legisladores.
Para el Senado fueron indicados Iván Márquez, Pablo Catatumbo, Victoria Sandino, Carlos Lozada y Sandra Ramírez, mientras que en la la Cámara las curules las ocuparán Byron Yepes, Jairo Quintero, Jesús Santrich, Marco Calarcá y Olmedo Ruiz.
No obstante, la bancada de la FARC tuvo su primer revés el pasado 9 de abril con la detención de Santrich, quien está preso en Bogotá con base en una solicitud de extradición de Estados Unidos que lo acusa de narcotráfico tras la firma del acuerdo de paz, con lo cual no lo cobijan las garantías legales pactadas con el Gobierno.
A eso se suma la decisión de Márquez, número dos de la antigua guerrilla y quien fue jefe negociador en los diálogos de paz en La Habana, de no asumir su escaño en protesta por la detención de Santrich.
Márquez considera que el caso de Santrich -por el cual también fue detenido un sobrino suyo llamado Marlon Marín, que luego aceptó declarar ante la Justicia de Estados Unidos- es un “montaje” de la Fiscalía de Colombia y de las autoridades de ese país.
Además de la detención de Santrich, Márquez, que en abril pasado abandonó Bogotá para instalarse con otros exguerrilleros en la zona rural de Miravalle, en el sureño departamento de Caquetá, argumenta que no asumirá como senador por razones “insalvables” entre ellas que la Justicia Especial para la Paz (JEP) fue “desdibujada”.
“No hay antecedentes próximos en el planeta Tierra en el que un acuerdo de paz, luego de firmado y celebrado por los plenipotenciarios de las partes, haya sido modificado al antojo de personas interesadas, ajenas a esa construcción”, aseveró Márquez en una carta.
El escaño de Márquez en el Senado será ocupado por otro exguerrillero, Benkos Biohó, quien estaba en sexto lugar en la lista presentada por las FARC en las elecciones legislativas de marzo, en las que obtuvieron escasos 52.532 votos en todo el país.
El Congreso que será instalado mañana también contará por primera vez con el “Estatuto de la oposición”, resultante del acuerdo de paz y por medio del cual el Estado da “garantías mínimas” a los partidos políticos que estén en la orilla opuesta del Gobierno.
Ese mecanismo contempla la financiación, acceso a medios y seguridad política, jurídica y personal de los partidos opositores, además de asegurar su participación en mesas directivas de corporaciones públicas y en la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores.
Gracias al estatuto, el izquierdista Gustavo Petro, que fue rival de Duque en la segunda vuelta presidencial, tiene derecho a ocupar un escaño en el Senado, y lo mismo pasará con su compañera de fórmula, Ángela María Robledo, que irá a la Cámara de Representantes.
Con esas novedades el Senado y la Cámara iniciarán mañana una agenda legislativa que estará fuertemente marcada por la discusión de leyes relacionadas con la implementación del acuerdo de paz al que el presidente electo ha prometido hacerle las modificaciones que sean necesarias.