Después de la reciente reunión entre fuerzas de oposición, ha aumentado la expectativa de que nuevos encuentros permitan desbloquear las posibilidades de un entendimiento mínimo e incorporar al sector liderado por María Corina Machado. Existen diferencias insalvables como la que pone como prerrequisito para cualquier negociación con el gobierno que Maduro esté fuera de él y quienes consideran que el objetivo a corto plazo es lograr un cambio en las políticas económicas, medidas de institucionalización y renovación del CNE. Pero en muchos otros aspectos, el país reclama que la oposición se ponga de acuerdo entre sí.
Una manera de favorecer mayor aproximación entre las fuerzas de cambio y detener su fragmentación puede ser recolocar sus actividades en tres agendas: la del país, la de la crisis social y la de las próximas coyunturas electorales. Son interdependientes, pero tratarlas separadamente y sin que una prele a las otras.
De estas tres agendas, las dos primeras son urgentes. Pueden y deben traducirse en acciones concertadas de la oposición. No admiten demoras. En ellas se concentran importantes coincidencias. Abarcan temas propicios para que la oposición comience a rescatar su pérdida de credibilidad.
Existe una tercera agenda que puede o no ser asumida preventivamente y en el plano del debate necesario para reformular una estrategia eficaz. Se refiere a batallas electorales que el régimen va a imponer y frente a las cuales hay que encontrar la respuesta que mejor contribuya al empoderamiento del cambio. El fortalecimiento de los partidos y de la sociedad civil es indispensable para aumentar la capacidad de presión interna hacia desenlaces democráticos, pacíficos y decididos por venezolanos.
Las tres agendas no tienen hoy el mismo grado de consenso, pero mientras mayores sean los acuerdos en una de las dos urgentes, más fácil resultará superar las diferencias o disminuir la posibilidad de que la agenda menos consensuada, la electoral, obstruya la acción compartida en las otras dos.
Nadie es dueño de certidumbres ni adivino de los giros inesperados que puede dar la historia, pero no debemos reducir la política a una apuesta sobre salidas que no están en nuestras manos. Y menos alentar falsas expectativas que ha sido uno de los errores que han contribuido a que el régimen se atornille.
Ahora, definiendo un recomienzo a partir de las fuerzas y espacios que aún se conservan, la oposición tiene que afincarse en una realidad: el gobierno tiene crecientes averías para gobernar, lo desborda su pérdida de control sobre las situaciones destructivas que crea y sigue recibiendo, incluso en su seno, el rechazo a la bancarrota de todo y de todos. El país quiere una política alternativa y un horizonte de reunificación de los venezolanos que sólo la oposición democrática puede darle, si se acordara sobre el cómo y el para qué de sus estrategias.
Las tres agendas permiten fortalecer la acción conjunta y lograr que el contenido político y social prive sobre las formas de la unidad. Exigen un esfuerzo común de militantes y ciudadanos, miras elevadas; rendición de cuentas y que cada partido retome su misión cívica. Ellas pueden abrir una competencia de aportes y de aciertos entre el mayor número posible de actores democráticos, diversos y coherentes. Y eso es algo.
@garciasim