¿Podremos reinventarnos?
Pese a que nuestra preocupación esencial es la inmediata liberación de Venezuela, proeza que debemos alcanzar –sea como sea– lo antes posible, no dejó de pensar en las dificultades que representará el tránsito de la barbarie a la democracia; no dejó de pensar en la incierta y compleja reinvención nacional.
Me cuesta figurar cómo lograremos hacer un país –ni hablar de una república democrática– con el canibalismo político y el veneno socialista que el chavismo ha sembrado en la cultura del venezolano: entre zánganos, criminales y miserables, ¿cómo conseguiremos rescatar de los escombros a nuestro país?
¿Podremos?
El puto socialismo
Conocen mi desdén por las élites intelectuales, culturales, económicas y políticas venezolanas. Soy de los que piensan que en gran medida la devastación chavista fue auspiciada por la inmoralidad de esas élites. Inmoralidad que se suma a la estupidez por percatarse del mal que significaba que un asesino como Hugo Chávez –y sus secuaces: Cabello, Carreño, etcétera– fuese liberado y sobreseído de su causa asesina. ¿Era tan complejo descubrirlo? ¿En qué pensaban?
No lo niego, siento repudio por ellos, de ahí quizá mi irreverencia y desdén. No los odio, los desprecio. Su mediocridad moral y su fijación ideológica (son enfermos terminales de ese cáncer iluso que es el socialismo) están tan atiborradas de lugares comunes y prejuicios que se me complica la compatibilidad y el entendimiento. ¿No fue el puto socialismo lo que nos trajo hasta aquí?
¿Van a seguir?
La oscuridad intelectual
Entre mis preocupaciones principales con el tema de la reinvención nacional (¿cómo seremos otra vez un país?), está la de ver la oscuridad intelectual que acompaña nuestro tiempo histórico. Salvo contadas excepciones, uno se sienta a conversar sobre temas relevantes del futuro venezolano con esos genios de la inutilidad y quedamos pasmados ante el vacío de ideas, la chabacanería y la fatuidad con que se aborda cada tema, sea político, económico o cultural. Es desconcertante, en verdad que lo es. Son un catálogo inaudito de poquedades, resentimientos y prejuicios sociales. Son la vacuidad, la nada, frente al futuro. Siempre lo han sido, incluso antes del chavismo.
Así como nos asalta una profusa epidemia de locura, padecemos una escalofriante carencia de sensatez y conciencia.
¿Qué nos pasó?
La regla y la excepción
Necesitamos una renovación integral en las élites intelectuales venezolanas, nuevos historiadores, sociólogos, poetas, empresarios, militares, periodistas, profesores, comerciantes y políticos. Creo que en cuanto a políticos la renovación se ha dado. Eso creo, ojalá no me equivoque.
Entre las contadas excepciones que salvo antes y que contradicen mi escepticismo, la representan, entre muchos otros, María Corina Machado, Tamara Sujú, Thays Peñalver, Leopoldo López, Antonio Ledezma, Yon Goicoechea, Lorenzo Mendoza, Daniel Ceballos, Lester Toledo, Alfredo Romero, Gonzalo Himiob o los que son o han sido presos políticos del chavismo.
¿Por qué los atacan?
¿Qué es una élite?
Si Venezuela puede reinventarse y volver a ser un país, ellos –y otros que no menciono por espacio– encarnan esa esperanza. Un país no sólo lo constituye su geografía y sus paisajes naturales, un país lo constituye, crea, cultiva (de ahí la cultura), desarrolla y reinventa permanentemente su gente.
La élite de una nación no es quien detenta el poder con arrogancia, dinero, oportunismo o despotismo; la élite la personifica quien da el ejemplo y sirve de referencia y guía en el avance civilizatorio de una sociedad; quien ilumina en la oscuridad, quien combate con ferocidad la inmoralidad, la injusticia y cualquier forma de despotismo; quien le cierra la puerta al crimen; aquél cuyo singular sacrificio, esfuerzo y talento lo enaltece y eleva diferenciándolo del común denominador.
¿Hay suficientes élites para la reinvención de Venezuela?
Los dos retos de su siglo
Los estudiantes…, la juventud en general, han sido y son la élite de la libertad y deberán de ser la élite de la reinvención nacional. Han dado el ejemplo; han sido referencia y guía; han iluminado en la oscuridad; han combatido como nadie la injusticia, la inmoralidad, el crimen y el despotismo chavista; y su singular sacrificio, esfuerzo y talento, los enaltece y eleva diferenciándolos del común denominador político en la desafiante y tortuosa lucha que ha significado enfrentar al chavismo. Ellos no sólo me causan una enorme admiración por sus proezas personales, su resistencia y por la tenacidad de sus ideales, sino por su inquebrantable convicción de que sí es posible la reinvención nacional, pero sobre todo su confianza en que sí lograremos una mejor Venezuela.
Dos retos cruciales tiene frente a sí en el siglo XXI la juventud venezolana: el primero es liberarse del chavismo y su peste; el segundo, renovar sus valores, sus visiones, deslastrarse de las taras ideológicas del pasado (las del chavismo y las de los que lo precedieron y auspiciaron) y luchar con honestidad, sacrificio, talento y singular esfuerzo por hacer realidad la Venezuela de sus ideales y sueños. ¿Lo lograrán? ¿Los ayudamos? Al menos yo lo intentaré.
En esta hora ruinosa, ¿qué harás tú?