Sí. Esa misma es.
‘Colapso’. La palabra que todo el mundo menciona.
Venezuela está colapsando. Venezuela se está desbarrancando. Venezuela va directo al foso.
Poco a poco hemos ido entrando en la zona más oscura del túnel. Ojalá eso presagie un final pronto. Pero por ahora estamos en la más oscura de las oscuridades. O quizá no. Quizá aun falte….
Es el resultado de 20 años de insensateces, extravagancias, saqueos y, para resumirlo en una palabra: maldad.
Una banda de criminales y delincuentes, no sin apoyo de una gran porción de ignorantes y oportunistas, se cogió (sí, se lo cogió…. Usted leyó bien…) el país. Y lo volvió… trizas…
No queda piedra sobre piedra de la economía venezolana. Nuestros indicadores macroeconómicos son peores que los de cualquier país que haya pasado la peor guerra. La caída del Producto Interno Bruto PIB es – para sí ser redundante – brutal.
La otrora poderosa industria petrolera de la cual estuvimos orgullosos todos los venezolanos por décadas, es hoy una caricatura. Unos de los países con mayores reservas petroleras del mundo, si no el más, fuerza a sus habitantes a limosnear la gasolina y a tener que “inscribirse” en un “Plan de la Patria” para acceder a ella.
“El dinero no vale nada” puede ser una expresión que muchas veces usamos con exageración metafórica. Hoy es una realidad. El bolívar no vale nada.
Lo devaluaron y lo siguen devaluando hasta el punto que el costo del papel del billete es mayor que su valor facial. Tanto exaltar a Bolívar para luego dejarlo como un coleto.
Las empresas privadas están en el suelo. Peor aún las públicas. Dígame las “expropiadas”. Profunda rabia da cuando uno recuerda aquella palabra en boca del arrogante charlatán: “¡Exprópiese!”.
El colapso total económico se acerca a alta velocidad. Los desequilibrios son dramáticos y la hiperinflación es el ingrediente que los hace crecer en forma exponencial. Ya ocupamos el 5to lugar de las mayores hiperinflaciones de la humanidad. Y seguimos subiendo… ¡a paso de vencedores!.
El deterioro acelerado de los servicios públicos lo está sufriendo toda la población. En grandes empresas del Estado como CANTV y Corpoelec se están produciendo desbandadas de gente preparada a causa de los degradantes sueldos. Se están quedando vacías.
Tal es la situación que los empresarios agrupados en las Cámaras de Comercio de todo el país han tenido que salir a arreglar ellos mismos las fallas de estas empresas, aplicando directamente sus conocimientos y poniendo dinero de su bolsillo.
El megaapagón de Caracas y alrededores de este 31 de Julio da idea clara acerca de la inmensa incompetencia de estos desalmados. Y también nos sugiere de lo mal que la pasan regiones como el Zulia que sufren días enteros sin electricidad a muy altas temperaturas. Por cierto, gracias bolichicos por lo que nos dejaron. Se las cobraremos.
Ni hablar de las vías públicas. Totalmente deterioradas. Más de la mitad de los semáforos de las principales ciudades venezolanas dejaron de funcionar. Pero la dictadura se divierte con plancitos de ornato público. Contraticos efectistas no para raspar lo poquito que queda de la olla porque de ella no queda nada, sino para llevársela también.
Pero lo peor es el aspecto social de los venezolanos. Será muy difícil perdonarle a los autores de esta tragedia la miseria a la que han llevado a este pueblo.
La falta de medicamentos y atención médica, la escasez de productos y el inclemente aumento de los precios son consecuencias de una insensibilidad absoluta por parte del dictador venezolano y su corte de bufones.
Peor aun es el negar la ayuda humanitaria ampliamente ofrecida por el mundo entero.
En Venezuela, la dignidad también colapsó. Constatar que compatriotas han tenido que rebajarse a vivir en algo parecido al infierno es desgarrante para cualquier alma humana.
¿Hacia dónde vamos? ¿Hacia Zimbabwe? ¿Hacia Somalia? ¿Hacia un país colapsado por los cuatro costados, en total anarquía, dominado territorial y sectorialmente por bandas criminales, terroristas, guerrilleros, pranes y narcotraficantes?
¿Están dispuestos nuestros vecinos colombianos, brasileros y en general suramericanos a compartir fronteras con un país en esas condiciones?
¿Permitirán los Estados Unidos que a escasas horas de sus costas, se erija, no una nueva Cuba, sino algo mucho más perjudicial para sus intereses en términos de terrorismo, blanqueo de capitales y narcotráfico?
No hay otra solución sino que Maduro y sus adláteres se vayan. Que esta dictadura política, económica y social acabe. Que el abismal deterioro no continúe. El grito popular ya es “¡Fuera Maduro!”.
Que venga un cambio profundo de gobierno hacia formas modernas de libertad, bienestar, prosperidad y justicia.
Por suerte, contamos en Venezuela con una enorme reserva moral. Y un aprendizaje.
Estos 20 años de oscuridad no pueden sino habernos abiertos los ojos acerca del perjuicio altamente criminal de los proyectos políticos totalitarios y de las políticas populistas y demagógicas. De las políticas socialistas, o comunistas, o progresistas, llámelas Usted como quiera porque son el mismo perro con diferente collar.
Antes que, como en aquella película, “el destino nos alcance”, el país responsable y la comunidad internacional deben actuar. Y ponerle freno al colapso final.