Un hombre de 74 años falleció en España como consecuencia de la fiebre hemorrágica Crimea-Congo (FHCC), una enfermedad transmitida por la picadura de las garrapatas, aunque también se puede contraer por contacto con la sangre o tejidos de otros animales infectados.
El hombre, que murió este miércoles, sufrió la picadura durante una actividad de caza en la localidad de Helchosa de los Montes (Ávila, centro de España) el pasado 24 de julio, informaron hoy fuentes sanitarias, que indicaron que realizan un seguimiento al centenar de personas que mantuvieron contacto directo con él.
El notificado hoy es el tercer caso de la enfermedad que se da en España desde 2016, año en el que murió un hombre de 62 años por la picadura de una garrapata, cuando daba un paseo por el campo en un pueblo también de Ávila, y se infectó la enfermera que le trató en un hospital de Madrid.
El virus afecta principalmente a personas expuestas a poblaciones de garrapatas, como los trabajadores de la industria ganadera, agricultores, veterinarios o cazadores de las áreas endémicas, entre otras, y su grado de mortalidad oscila entre un 5 y un 40%.
El protocolo subraya que no puede descartarse la aparición de casos humanos de forma esporádica, si bien el riesgo en España “se considera bajo”.
Ser mayor de 60 años, la presencia de manifestaciones hemorrágicas, el fallo orgánico, la elevación de las enzimas hepáticas y el aumento o disminución del número de leucocitos en sangre, entre otras dolencias, se consideran marcadores pronósticos de gravedad de la enfermedad.
Los síntomas habituales durante el periodo pre-hemorrágico son la fiebre brusca, dolor de cabeza y mareos durante cuatro o cinco días, aunque también pueden aparecer otros síntomas como diarrea, vómitos o conjuntivitis.
Posteriormente, las manifestaciones abarcan desde pequeños a grandes hematomas en piel y mucosas, sangrados, principalmente de nariz, encías, gastrointestinales, vaginales, uterinos, del tracto urinario o del aparato respiratorio e incluso pueden llegar a producirse hemorragias cerebrales.
El diagnóstico precoz y la terapia de soporte mejoran la supervivencia de los pacientes.
Los primeros casos en humanos de esta enfermedad se dieron a conocer por investigadores rusos en la década de los 40. El virus se aisló por primera vez en el Congo en 1956.
EFE