Cuando el populismo quita a unos para repartir a otros, arruina la economía, por lo que el reparto es insostenible y eso implica engaño. Además, en muchos casos, termina perjudicando a quien supuestamente benefició. Por ejemplo, el reparto de tierras a campesinos que no saben trabajarla.
Todos estos componentes del populismo apuntan a concentrar el poder en quien reparte; binomio que ha sido una constante en la Venezuela republicana. Por lo que, si la concentración de poder actual es mayor, el populismo necesario para conseguir lealtades a cambio de un reparto real o imaginario es hoy más elevado y más prolongado; pero eso implica que más duro tiene que ser el ajuste y la desilusión sobre el repartidor-dominador: Nunca el precio de la gasolina ni las tarifas de electricidad, agua, Metro, teléfono, habían estado tan por debajo de sus costos como en este régimen. Por lo tanto, la necesidad del ajuste de dicho precio nunca ha sido tan grande como el que vendrá: la gasolina tendría que aumentar 4.999.999% para poder cobrar Bs S 0,50, la minima denominación de la moneda. Por eso se mantendrá el cono viejo.
La argumentación para encubrir esta implosión del engaño también está presente: la Guerra Económica y la agitación contra quienes no saquen el Carnet de la Patria, “pues no tendrán subsidio”; y sigue el cuento para tapar errores y manipulaciones.
José Antonio Gil Yepes
Directivo Datanálisis
@joseagilyepes