Un Patriota en Lima
“Cuando sale del país, el venezolano trabaja en lo que hay y lo hace con dignidad”, asegura Jesús Sánchez Rondón, 28, un exconcejal del municipio de Marigüitar, del estado Sucre, que emigró a Lima hace seis meses. “No nos importa ser ingenieros, doctores, o lo que sea. En Lima he visto alcaldes de mozos y compañeros ediles como ayudantes de cocina”, agrega. Salió de Venezuela a raíz de las amenazas que recibió del régimen de Maduro, provocadas por su oposición a la dictadura. Es ingeniero de seguridad. Pero por necesidad hoy trabaja como ayudante de cocina en un local miraflorino. “Tenemos el compromiso de dejar en alto el nombre de Venezuela”, sostiene. Es su manera de seguir haciendo patria, publica el portal peruano Caretas Internacional.
Por Jaro Adrianzén/Caretas Internacional
Sánchez pertenece a ese 80% de venezolanos (320 mil) que ingresó al Perú con pasaporte antes que éste fuera obligatorio para cruzar nuestra frontera. Su viaje en bus duró cuatro días.
Atravesó Colombia y Ecuador para llegar a Tumbes y luego trasladarse a Lima. Hoy vive con su hermano, Carlos Sánchez, en una habitación en Surquillo. Y ya tiene en trámite su Permiso Temporal de Permanencia (PTP). Así se sumará a los 80 mil llaneros que cuentan con el documento, según cifras de la Cancillería. Sin embargo, de acuerdo a la OCDE y la OIT, solo 6 mil venezolanos tienen un empleo formal (menos del 0,2% de la PEA). Y cerca de 275 mil laboran en la informalidad (3% de la PEA informal). Cifras preocupantes para el economista e investigador Oscar Dancourt quien según sus investigaciones prevé una reducción del salario peruano e incremento del desempleo, todo esto provocado por el aumento súbito de la fuerza laboral nacional.
El pasado viernes 23 de febrero, cuando partió de Venezuela, Sánchez se encontró en la carretera rumbo a Cúcuta (Colombia) con su tío Luis Cabeza, el alcalde de Marigüitar. Lo estaban trasladando a su arresto domiciliario. Cabeza fue detenido en diciembre del 2017 por no alinearse al régimen de Maduro. Fue él quien, durante su encierro en la prisión del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) en Cumaná, le pidió a Sánchez que se vaya del país.
Por aquellos días, el joven venezolano era coordinador político de Voluntad Popular, el partido de Leopoldo López al que se afilió en el 2012, con apenas 22 años. El 8 de diciembre del 2013, Sánchez fue elegido concejal con más de 3 mil votos. Y durante sus años en la Universidad Politécnica Territorial del Oeste de Sucre, donde se graduó como ingeniero de higiene y seguridad laboral, integró el Movimiento 30 de Mayo. Fue una piedra en la bota de Hugo Chávez y, luego, en la de Maduro.
“Un día de enero (del 2018), a las 4 de la mañana, funcionarios del Sebin fueron a la casa de mi mamá. Ella estaba en Maturín con mi hermano mayor. Solo estaba mi hermana menor y cuando salió le dijeron que estaban buscándome”, recuerda Sánchez. “Al poco tiempo el alcalde, mi tío, me mandó una carta diciéndome que me vaya porque ‘están montando cosas en contra tuya’”, agrega.
La situación ya se había puesto color de hormiga. Semanas antes, Sánchez y otros concejales se escondieron por órdenes de la dirección regional de Voluntad Popular. “No sé lo que es estar preso y no quisiera saberlo, por eso salí de Venezuela”, admite. Al mes de llegar al Perú encontró trabajo como barman en un restaurante en Miraflores. Hoy es ayudante en la cocina y conserva la esperanza de regresar a su patria. “Esta dictadura tiene 20 años y yo 28. Viví 8 años en democracia pero no lo recuerdo”, cuenta.
Su historia es una de las miles que trae el éxodo venezolano. Al cierre de esta edición, la problemática regional era discutida en Colombia por las autoridades migratorias de Perú, Ecuador y Brasil. De acuerdo al embajador Enrique Bustamante, de la Cancillería peruana, después de Colombia (900 mil) y Perú (400 mil), Chile (120 mil), Brasil (80 mil) y Uruguay (20 mil) son los países que más migrantes venezolanos han acogido en Latinoamérica. A la par se macera un pedido del canciller Néstor Popolizio para investigar a Maduro ante la Corte Penal Internacional.
El flujo en el paso fronterizo de Tumbes se ha reducido pero se mantiene constante (el pasado domingo 26 bajó de 5,500 a 1,600 personas). La mayoría son solo pasantes del corredor humanitario ecuatoriano que es nexo para llegar a países como Perú, Chile y Argentina. Se están aceptando pasaportes vencidos y se permite el ingreso de gestantes, menores de edad y mayores de 70 años.
Otra opción para los migrantes es la solicitud de refugio. En lo que va de este 2018, las autoridades peruanas recibieron más de 100 mil pedidos de esta naturaleza. Pero no todas han sido resueltas.
Por su parte, el candidato municipal Ricardo Belmont elevó la controversia sobre la migración venezolana en nuestro país debido a los comentarios xenófobos vertidos durante los últimos días. De esta manera se expone que la intolerancia hacia los migrantes es una realidad. Paulina Facchin, activista venezolana con 8 años en Lima, cuenta que “me llegan mensajes al WhatsApp amenazándome de muerte, me envían coronas de muerte y piden mi expulsión”.
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