Solo alguien, corroído por el resentimiento y que -como proyecto familiar- está en el poder por “venganza personal”, puede burlarse de la imagen desoladora que proyecta el éxodo de cientos de miles de venezolanos, afirmando que se trata de “fake news”.
El cuadro, de una huida casi bíblica, es de humildes seres en las carreteras de los vecinos países bolivarianos. A pie, con menguados enseres, con niños colgados en sus hombros, que pincelan lo que se ya ha sido calificado como el mayor éxodo en la historia de Latinoamérica. No son “escuálidos”, como burlonamente llamaba Chávez a sus opositores, es el pueblo llano que alguna vez creyó en las promesas de la revolución y ahora huye del hambre y la insalubridad sembrada por el sucesor putativo de aquel charlatán. Es una marea humana que se suma a las capas medias y a los profesionales que iniciaron la emigración al atisbar tempranamente este caos.
La infeliz declaración de este vocero confirma la indiferencia oficial ante el drama de la emigración y ante la crisis humanitaria que la provoca. La cruel indolencia que ha impedido la asistencia solicitada por Naciones Unidas y la Cruz Roja Internacional. Ahora, también desconoce a ACNUR, la Agencia de ONU para los Refugiados, la cual se ha apoyado en la decisión del gobierno ecuatoriano de declarar el estado de emergencia para nuestros migrantes en las fronteras de Ecuador, Colombia y Peru.
Afortunadamente, han sido ejemplares las manifestaciones de solidaridad de los gobiernos de la región. En algunos casos, inspiradas por la reciprocidad hacia la Venezuela que acogió a miles de latinoamericanos aventados de sus países en tiempos de otras dictaduras, de las que huían perseguidos politicos, nunca un pueblo espantado en masa como ahora
El verdadero “fake news” al que debería referirse Rodríguez, es al haber anunciado esta vaina hace 20 años como una revolución para los más humildes.