Recientemente pude leer un interesante trabajo de Terry Eagleton (1995) “Ideología: Una Introducción” en el cual el autor británico aborda el fenómeno de las ideologías desde una perspectiva sociológica e histórica. Recomiendo su lectura. Sin embargo, quiero resaltar en esta oportunidad que ese autor dedicó un apartado importante en su trabajo para explicar a que atribuía el dilema del Thatcherismo que, aunque exitoso para mantenerse en el poder, fue un rotundo fracaso como intento deliberado de transformar los valores socialdemócratas predominantes en Inglaterra.
Es útil ese diagnóstico a los fines de establecer una analogía frente a lo que ha significado “La Revolución Bolivariana” y su poco evidente paralelismo con el Thatcherismo. El movimiento liderado por Hugo Chávez y continuado por Maduro, junto con sus aliados empresariales, militares y comunicacionales, fue el intento deliberado de no solo detener las visionarias transformaciones económicas lideradas por Carlos Andrés Pérez, sino también producir una transformación de los valores ideológicos compartidos por la mayoría de los venezolanos hasta entonces.
Dicha transformación consistía en convertir a la ciudadanía moderadamente complacida que poblaba al país antes de la llegada de Hugo Chávez a Miraflores en una manada repugnante de insensibles egoístas y asustadizos súbditos. Toda la evidencia nos hace pensar que tanto el Thatcherismo como “La Revolución Bolivariana” fracasaron estrepitosamente. En ambos ejemplos, sus personeros ocuparon el poder por mucho tiempo, pero sus respectivas naciones no abandonan sus valores socialdemócratas. Siguen valorando positivamente la existencia de gobiernos locales y regionales electos por el pueblo, la existencia de sindicatos, gremios y ONGs, aspiran al ejercicio del voto de forma libre y transparente y siguen creyendo que el poder solo debe ser ejercido por quienes los ciudadanos mayoritariamente deciden respaldar.
Ahora bien, si esto es así, ¿por qué tanto el Thatcherismo como “La Revolución Bolivariana” logran atornillarse al poder en sus respectivas naciones?, el mismo Eagleton responde a esa interrogante describiendo al Thatcherismo de una forma que se nos hace muy familiar a los venezolanos de este tiempo:
“La señora Thatcher no estuvo donde estuvo porque el pueblo británico se identificase lealmente con sus valores; estuvo donde estuvo a pesar del hecho de que dicha identificación no tuvo lugar. (Ella) fue primer ministro por las excentricidades del sistema electoral que es capaz de conceder el poder a un gobierno rechazado por la mayoría del electorado.”
Continua Eagleton diciendo “Desde el primer momento (Thatcher) se propuso quebrar la fuerza del sindicalismo organizado fomentando deliberadamente un desempleo masivo y desmoralizando así al movimiento de clase trabajadora. Consiguió obtener el apoyo de un estrato cualificado de la clase trabajadora, electoralmente decisivo, sacó partido del carácter débil y desorganizado de la oposición política, explotó el cinismo, la apatía y el masoquismo de algunos ingleses y concedió beneficios materiales a aquellos que le prestaron el apoyo que necesitaba.”
En el caso venezolano podemos notar que como aderezo de la receta Thatcheriana se agregó el pretorianismo, la ruptura con la constitución vigente, la sistemática violación de derechos humanos, la ilegalización y persecución de la oposición política, aunque no escapará de su fracaso.
El atornillamiento al poder dándole la espalda a la voluntad popular, con Thatcher o con Maduro, tiene el mismo resultado, finalizado el régimen (esperemos que lo más apegado posible a la constitución) se abrazarán nuevamente los valores socialdemócratas predominantes. Retornará el dialogo tripartito, la democracia, el respeto a los DDHH y los arrogantes personeros del actual régimen pasarán sin pena ni gloria a las páginas de la historia patria, antes que como héroes, como los vergonzosos villanos que son.
Julio Castellanos / jcclozada@gmail.com / @roc