El atentado contra el candidato Jair Bolsonaro y la inhabilitación de Luiz Inácio Lula da Silva, favoritos en los sondeos, elevaron la incertidumbre y la radicalización política en Brasil a exactamente un mes de las elecciones presidenciales del 7 de octubre.
EFE
Bolsonaro, un polémico defensor de la última dictadura militar en Brasil (1964-1985) muy cuestionado por sus insistentes declaraciones machistas, racistas y homófobas, fue acuchillado el jueves cuando participaba en un mitin electoral y sufrió graves heridas de las que hoy se recupera en un hospital de Sao Paulo al que fue trasladado.
El atentado se produjo un día después de que una encuesta indicara que Bolsonaro, candidato por el Partido Social Liberal (PSL), ganaría las presidenciales del 7 de octubre en un escenario sin Lula, cuya candidatura fue vetada hace pocos días por la autoridad electoral debido a que el expresidente está en prisión y fue condenado en segunda instancia por corrupción.
De acuerdo con el instituto Ibope, la intención de voto en Bolsonaro subió desde el 20 % en agosto hasta el 22 % en septiembre, lo que lo convierte en el favorito para vencer la primera vuelta de las presidenciales tras la decisión del Tribunal Electoral de inhabilitar a Lula, que tenía hasta el 40 % del favoritismo.
Al disgusto de la izquierda por la exclusión de su líder de la disputa se sumó el de la derecha por el atentado contra el suyo, lo que elevó la incertidumbre en las que ya eran consideradas como presidenciales más imprevisibles en Brasil desde que el país recuperó la democracia en 1985.
La radicalización fue notable este viernes durante el evento que grupos de izquierda y movimiento sociales realizaron este viernes en Sao Paulo para conmemorar el Día de la Independencia de Brasil.
“Nadie vio sangre. Lo que vimos fue el llanto de la prensa, de los líderes que se dicen demócratas. Pero, ¿será que ese angelito fascista merece nuestra solidaridad”, se preguntó Nivaldo Orlandi, candidato a senador por el Partido Causa Operaria (PCO) en Sao Paulo, durante el llamado “Grito de los Excluidos”.
Algunos de los discursos en el acto repitieron el tono ya dado la víspera por la expresidenta Dilma Rousseff, que, tras visitar a Lula en la prisión, dio a entender que Bolsonaro incentivó el ataque con sus discursos belicistas y de liberación de las armas en Brasil.
“Muchos dicen que Bolsonaro sufrió violencia. Pero él es la propia violencia, cuando dice que las mujeres pueden ser violadas… Siembra vientos y recogerás tempestades”, dijo hoy la exconcejal Soninha, conocida dirigente de la Marcha Mundial de las Mujeres.
El más radical, sin embargo, fue el presidente del PSL y mano derecha de Bolsonaro, Gustavo Bebianno, quien dijo que “la guerra había sido declarada” con el atentado al líder ultraderechista.
Esa radicalización se volcó principalmente en las redes sociales, según un estudio realizado por la plataforma Sala de Democracia Digital, que mide tendencias electorales en las redes sociales.
Según esta plataforma, el ataque a Bolsonaro generó 3,2 millones de comentarios tan sólo en Twitter en sólo 16 horas, con lo que se convirtió en el evento con mayor repercusión en Brasil desde las elecciones de 2014, en su mayoría (40,5 %) de personas que ponen en duda la veracidad del atentado, cuestionaban la gravedad de las heridas o satirizan al candidato por ser víctima de lo que pregona.
El Gobierno, por su parte, reforzó el discurso que pronunció la víspera el presidente Michel Temer contra la “intolerancia”. “Tenemos que bajar la temperatura y llegar a la conclusión inevitable de que la radicalización va a destruir la democracia”, afirmó este viernes el ministro del Gabinete de Seguridad Institucional, el general Sergio Etchegoyen.
“No es posible que hayamos construido la democracia para, en una campaña electoral tan importante, reducirlo todo a cuchilladas, disparos, ofensas y agresiones”, agregó.
El atentado del jueves probablemente dejará fuera de campaña a Bolsonaro por unos diez días, pese a que el candidato ya avisó en las redes sociales que “estoy bien y recuperándome” y a que el hospital al que fue trasladado hoy dijo que está “consciente y en buenas condiciones clínicas”.
El diputado, al que una única cuchillada en el abdomen le provocó una grave hemorragia en una vena, tres heridas en el intestino delgado y una lesión en el colon, fue sometido ayer a una delicada operación luego de que, según sus médicos, llegara al hospital muy grave y corriendo riesgo de muerte.
La policía detuvo a un hombre que confesó ser el autor del atentado y trabaja con la hipótesis de que el agresor actuó solo, sin motivaciones partidarias y que sufre posibles problemas psicológicos.