Por Jerome Cartiller / AFP
El presidente estadounidense, Donald Trump, llegó este martes a la localidad de Shanksville, en Pensilvania, para conmemorar los ataques del 11 de septiembre y honrar a los “héroes” del vuelo 93 que con su coraje “cambiaron el curso de la historia”, cuando se cumplen 17 años de la tragedia.
Bajo un cielo gris, Trump alabó el coraje de “estos hombres y mujeres” durante una ceremonia en la que se leyeron los nombres de los pasajeros y miembros de la tripulación, algunos de los cuales fueron pronunciados con la voz quebrada por sus familiares y seres queridos.
El 11 de septiembre de 2001, el avión, uno de los cuatro que fueron secuestrados por el grupo yihadista Al Qaida, se estrelló a las 10H03 hora local (14H03 GMT) en un campo en esta pequeña localidad ubicada a unos 270 kilómetros al noroeste de Washington.
Una parte de los pasajeros, que habían sido advertidos por sus seres queridos de los ataques contra el World Trade Center de Nueva York, se despidieron y después intentaron hacerse con el control de la nave y el vuelo, en lugar de estrellarse contra la capital estadounidense, se precipitó a tierra en medio del campo.
Desde entonces, los que viajaban en ese vuelo han sido honrados como héroes. “Atacaron al enemigo. Lucharon hasta el final”, dijo Trump. Se cree que los secuestradores querían utilizar el avión para atacar el Capitolio, que alberga al Congreso de Estados Unidos, donde ese día de 2001 había pleno. “Este memorial es una mensaje para el mundo: Estados Unidos no va a ceder nunca, jamás, frente a la tiranía”, dijo Trump, que reiteró su determinación para “hacer todo lo posible para garantizar la seguridad de Estados Unidos”.
Trump llegó acompañado por su esposa, Melania, en un día que simboliza la unidad nacional, ocasión que le brinda un respiro temporal en una coyuntura especialmente difícil en Washington. Este viaje se produce justo cuando el periodista de investigación Bob Woodward saca al mercado el libro “Fear: Trump in the White House” (Miedo: Trump en la Casa Blanca), una obra que lo describe como una persona incapaz de ocupar el Despacho Oval. “Nunca ningún acto terrorista va a poder cambiar lo que somos”, dijo por su parte el expresidente Barack Obama en Twitter.
La Torre de las Voces
La pareja presidencial visitó el recién inaugurado monumento la Torre de las Voces, una estructura de casi 30 metros con 40 campanas que representan a cada una de las víctimas.
El sonido de las campanas cambia según la intensidad y la dirección del viento. A la hora exacta en que el avión se estrelló contra las colinas dejando una inmensa humareda los nombres de cada víctima fueron leídos en voz alta. La historia del avión siniestrado, que cubría la ruta Newark-San Francisco, ha inspirado muchas películas, incluyendo “United 93”, del director Paul Greengrass.
Los últimos momentos del vuelo y las conversaciones entre los pasajeros, los miembros de la tripulación y los secuestradores en la cabina fueron difundidos en 2006 en un tribunal durante el proceso contra el francés Zacarías Mussaui.
Los gritos que fueron registrados en la cabina dejaron conmocionados tanto a los miembros del jurado como a los asistentes a aquella audiencia del proceso que sentenció a Mussaui, único condenado en Estados Unidos por los hechos.
Los ataques del 11 de septiembre, que destruyeron las Torres Gemelas, dejaron casi 3.000 muertos, la mayoría en Manhattan, así como unos 6.000 heridos. En Nueva York, unos mil familiares, bomberos, policías y funcionarios se reunieron junto a las dos enormes fuentes del memorial del 11/9 para marcar el aniversario.
“No es un día para hablar de política, es un tema de corazón; necesitamos estar unidos, es la única manera de enfrentar el dolor”, declaró Alice Greenwald, presidenta del memorial, al canal local New York 1. “Necesitamos estar unidos, esa es la única forma en que podemos enfrentar ese tipo de dolor”, subrayó.
Entre quienes asistieron al acto estuvieron el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Nikki Haley, y el alcalde Bill de Blasio, junto con sus predecesores Michael Bloomberg y Rudy Giuliani.
Un signo de la magnitud de la devastación en la ciudad es que la estación de metro de Cortlandt Street, que quedó sepultada por los escombros, recién reabrió el sábado pasado. “WTC Cortlandt es más que una estación de metro”, afirmó Joe Lhota, presidente de la Autoridad de Transporte Metropolitano. “Es un símbolo de la determinación de los neoyorquinos a rehacer su vida”, concluyó.
Además de las personas muertas o heridas hace 17 años, miles de rescatistas, policías, obreros de la construcción o residentes del Bajo Manhattan desarrollaron desde entonces enfermedades mortales a raíz del humo tóxico que emanó del lugar durante meses.
Por su parte, durante una ceremonia en el sitio conmemorativo del 11 de septiembre en Arlington, Virginia, en la sede del Pentágono -donde los nombres de los caídos están grabados en una serie de bancos-, el Secretario de Defensa Jim Mattis dijo que los que murieron no lo hicieron en vano.
“Porque con su deceso nos dieron poder para siempre. Y recordamos que ese odio, disfrazado con un atuendo religioso falso para asesinar a inocentes, no prevalecerá”, dijo Mattis. Los 59 pasajeros y la tripulación a bordo del avión murieron, junto con otros 125 miembros del personal que trabajaban en el edificio del Pentágono.