Mientras usted lee esto, hay niños venezolanos que en este momento van caminando junto a sus padres por tortuosos caminos que conducen a distintas ciudades de Colombia, Ecuador o Perú, en vez de estar recibiendo clases en el suelo que los vio nacer.
Asimismo, hay otros niños que también a esta hora no han comido y que sus padres han decidido no enviarlos al colegio porque además no tienen con qué comprarle sus útiles y uniformes. Pero eso no es todo.
Los maestros sufren en carne propia los estragos del “socialismo” de Hugo Chávez y Nicolás Maduro que han destruido a Venezuela: sin poder comprar ropa, calzado y sufriendo por la falta de comida, efectivo y transporte para llegar a sus respectivas escuelas. Son pocos los estímulos que tienen para formar esas generaciones de relevo que requiere el país. Es por ello que junto a los que una vez fueron sus alumnos, fueron echados de su país por esa desgracia llamada “revolución del siglo XXI”, por lo que hoy están vendiendo caramelos en las calles de Lima o arepas en las principales avenidas de Quito, mientras el “presidente obrero” se deleita con lujosas cenas en Turquía.
Aulas vacías y silenciosas son las que tenemos en el inicio de este año escolar. De los de 7 millones 330 mil alumnos que según el Ministerio de Educación debieron comenzar a recibir clases, al menos 3 millones se quedaron en casa o están en otras naciones, de acuerdo a la cifras que manejamos en la Asamblea Nacional.
Pero este desastre no es una “ineficiencia” del régimen de Maduro: este caos planificado se articula con un pénsum académico que no se adapta a nuestra realidad, y que va orientado a la formación de ese “hombre nuevo”, que pregonaba el sanguinario asesino Ernesto “Che” Guevara, con niños con cerebros afectados por la ausencia de alimentos nutritivos y que no cumplen con los estándares básicos mundiales sobre una dieta correcta para esos pequeños que estudian.
No hay para la cesta básica que pasó de los 20 mil bolívares “soberanos” el mes pasado según el CENDAS, solo los “enchufados” pueden adquirirla. El régimen se está encargando de aniquilar esa educación que se caracterizaba durante los años de la democracia por exportar talento a las mejores universidades del mundo, como a las de Salamanca (España), Harvard (EEUU), o La Sorbona (Francia), entre otras.
La Venezuela “socialista” presenta una educación sin educación, sin valores, sin ejemplo, sin épica y para muestra un botón: los estudiantes universitarios de derecho, al analizar los poderes públicos, entenderán que hay dos Asambleas, la Nacional y la espuria constituyente; que existen dos fiscales, una destituida por cumplir la legalidad y otro nombrado por una ANC desconocida por el mundo; unos magistrados que conforman el Tribunal Supremo de Justicia en el exilio, y otros que “renunciaron ante la plenipotenciaria ANC”; amén que se declaró el abandono del cargo de presidente de la República por el Parlamento por incumplir sus deberes conforme a la Constitución, además que está siendo juzgado en el exilio por delitos de corrupción específicamente por la millonada que recibió en “comisiones” por el caso Odebrecht.
En definitiva, tras dos décadas de “revolución” padecemos una anarquía social, con una sociedad confundida y en la incertidumbre, al romperse el esquema de Montesquieu referido al contrato social como norma de vida… Es por ello que los que luchamos por salir de forma pacífica y democrática de esta pesadilla roja, nos empeñamos en evitar que las generaciones próximas sean deficientes, torpes, mediocres, incompetentes y tristes como las quieren “Maduro y su combo”.
Necesitamos a todos nuestros jóvenes bien capacitados para reconstruir el país, una vez que termine esta terrible pesadilla.
@liderhumano