En ocasión del retorno a clases, Dignora Hernández, diputada de la Asamblea Nacional (AN) y subjefa del Bloque Parlamentario 16 de Julio, señaló este lunes que desde sus inicios, este régimen se propuso crear “un hombre nuevo”. Según ella, lo que nunca expresó la dictadura era que para ello debía destruir al hombre de hoy, vaciándolo de conocimiento y de información, porque son la base de la desobediencia.
Para la también licenciada en Educación, educar supone desarrollar las facultades intelectuales, morales y afectivas de una persona para que esta pueda vivir en sociedad y contribuir con su desarrollo, valiéndose de sus propios talentos y capacidades.
“Se educa para la vida, para la sociedad, para el país. La educación es en democracia una responsabilidad de todos. Sin embargo, todos sabemos que en Venezuela vivimos una dictadura y que por tanto, la destrucción del sistema educativo forma parte de su manera intencionada de actuar”, expresó.
Tras consultar con profesionales de la educación en el país, Hernández señaló que la inmensa mayoría coincide en que el régimen se propuso la destrucción del sistema educativo desde diversas áreas: 1. convirtiendo al Estado en un gran ideologizador y adoctrinador para que las personas sólo obedezcan, 2. condenando a maestros y profesores a sueldos miserables y sueldos de supervivencia para que la enseñanza se vea coartada por la búsqueda incesante de cómo vivir y 3. generando la más profunda crisis social signada por la desnutrición infantil, esa que ha causado la muerte de muchos niños.
“Los educadores sabemos que el proceso de enseñanza-aprendizaje es factor clave para el hecho educativo, pero ¿cómo se educa a estudiantes con hambre? ¿Cómo educa un profesor cuyo sueldo no le alcanza para llevar de comer tampoco a su casa? ¿Cómo los educa, cuando la historia de aquellos padres o representantes que no cuentan con los medios para mandar a sus hijos a la escuela es quizá su propia historia?”, se preguntó.
La parlamentaria sostuvo que queda claro entonces que el régimen se opone a una sociedad libre y que no quiere un país con escuela, con liceos y con universidades, porque la existencia de una ciudadanía ágrafa se acerca a su ideal de sociedad.
Y agregó: “Sin embargo, no le ha resultado fácil al régimen consolidar su perverso plan, la fuerza imbatible del magisterio venezolano ha frenado sus intenciones. Los maestros y profesores, junto a madres, padres y representantes han combatido en la calle por cada uno de sus derechos, a lo que se le suma la irreverencia de la juventud que cuestiona y exige, todo lo cual ha sido una mezcla explosiva para un régimen que no admite disidencias”.
Articular la fuerza
La diputada hizo un llamado a no desmayar en esta lucha y aseguró que la acción debe mantenerse hasta articular la fuerza institucional, la fuerza magisterial y la fuerza ciudadana. Todo, hasta consolidar esa Venezuela libre que merecemos.
“La reconstrucción de Venezuela cuenta con educadores, estudiantes, padres, madres y representantes valientes. Aún está vigente la lucha ejemplarizante que diera en el año 2001 la Red de Madres, Padres y Representantes junto a otras organizaciones por eliminar los aspectos ilegales e inconstitucionales del decreto 1011 que establecía la figura de los supervisores itinerantes designados a dedo, violando la carrera docente, cuyas potestades le permitían imponer sanciones sin el debido proceso y sin derecho a la defensa”, dijo.
Para la parlamentaria, es propicio reconocer la fuerza y el empuje que a esta iniciativa le imprimiera la médico pediatra Lila Vega, quien al ser consultada sobre la emergencia educativa sostuvo: “A diferencia de otras actividades humanas en las que podemos decidir suspender y esperar tiempos más propicios, el desarrollo y aprendizaje de nuestros niños no espera”. Estas palabras definen, a juicio de la legisladora, el estado de máxima alerta en el que se encuentra la situación educativa.
Finalizó diciendo que una nueva Venezuela debe asumir con valentía la revisión exhaustiva del reglamento del ejercicio de la profesión docente para elevarlo a ley, así como de los currículos educativos; los caducos y los impuestos por el régimen para garantizarse el pensamiento único, para elaborar diseños curriculares donde se imparta educación en libertad y para la libertad.
Nota de Prensa