Se había iniciado un duro proceso de rectificación del más grave error en que la izquierda de la época había incurrido, el debate pasaba por el reconocimiento de la derrota política y militar. Tal situación propició múltiples divisiones, como suele ser frecuente entre quienes se identifican con esa visión de la lucha social y política.
La confrontación entre quienes proponían regresar a la lucha de masas y quienes optaban por persistir en el error, -algunos de ellos o sus herederos ahora son poder- condujo a verdaderos enfrentamientos entre compañeros y la ruptura de alianzas que se habían conformado.
Al conquistar la libertad Pompeyo Marquez, Teodoro Petkoff y Guillermo García Ponce, a través de una operación espectacular, la incorporación de los dos primeros a las labores de dirección contribuyeron decisivamente a fortalecer la política de rectificación.
Ese era el preludio de un debate que conduciría a una ruptura de importante significación en el plano nacional e internacional, con los dogmas de la doctrina comunista. Incorporando la visión democrática y libertaria, a la lucha por la igualdad de oportunidades y la justicia social.
En ese período leí un libro realmente conmovedor: La noche quedó atrás de Jan Valtin, seudónimo de Richard Krebs quien se había incorporado a la juventud comunista alemana a los 14 años, durante las décadas de los años veinte y treinta actuó como agente internacional del comunismo, capturado por la SS fue torturado para que confesara y se convirtió en agente doble, al final no sólo fue perseguido por el nazismo sino también por el stalinismo. El idealismo y romanticismo inicial se transformó en decepción y frustración.
Mientras tanto se producía no sólo nuestra ruptura teórica sino también emocional con el dogmatismo. Teodoro escribe Checoslovaquia, el socialismo como problema, lo que motivó que su informe al XXIV congreso del PCUS Brezhnev lo acusara de “revisionista”; los renovadores en el seno del viejo PCV rechazan la invasión y avanza el proceso de ruptura conceptual con el sector pro soviético y atrasado
En ese periodo leo La Confesión de Arthur London dramático relato de cómo mediante la tortura le arrancaron confesiones en el proceso de Praga, también fue prisionero de los nazis y llegó a ser viceministro de relaciones exteriores. London fue reivindicado después de la denuncia de Kruschev contra los crímenes de Stalin.
Recientemente se cumplieron veinte años del fusilamiento General cubano Arnaldo Ochoa -héroe de Angola y el general más condecorado por Fidel- quien fuera acusado de traición a la patria y de vinculaciones con actividades del narcotráfico; independientemente de las diversas versiones sobre las verdaderas razones por las cuales Ochoa “cayó en desgracia” lo cierto es que confesó su culpabilidad en los delitos de los que se le acusó, manifestando su fidelidad al régimen.
Un falso concepto de “lealtad al partido” y el fanatismo condujo a hombres de una valentía comprobable a inculparse a si mismos.
Toda esta situaciones las recordé a raíz de la reciente difusión por parte de los voceros del régimen de supuestas confesiones, comenzando por la violación de la inmunidad parlamentaria y el montaje de que fue víctima el joven diputado Juan Requesen, pasando por los vídeos en los cuales presuntos autores de hechos delictivos asumen la responsabilidad de haberlos cometidos.
El gobierno no sólo estrecha cada vez más los espacios democráticos y acentúa sus rasgos autoritarios y dictatoriales e inconstitucionales, sino que además asume las prácticas más perversas y aberrantes conocidas en los regímenes totalitarios. Algunos, que en otro tiempo lucharon contra la represión y defendieron los derechos humanos hoy se convierten en verdugos, mientras otros guardan un escandaloso silencio, pretendiendo ignorar esa oprobiosa conducta. Lamentablemente la historia se repite.