Un presunto líder del robo de combustible fue ejecutado junto a su esposa y su hijo de siete años, durante un ataque en calles de un pequeño pueblo turístico de la serranía del estado mexicano de Puebla (centro), confirmaron este viernes autoridades locales.
AFP
Puebla es el epicentro del fenómeno conocido como “huachicol”, que se refiere al robo de combustible de ductos de la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) y que involucra tanto a grupos delincuenciales como a cárteles de la droga.
La camioneta en la que viajaba la familia fue interceptada cerca de las 21:00 horas del jueves en una de las avenidas principales de Zacatlán, a unos 191 kilómetros de Ciudad de México, lugar en donde fue atacada.
“Se hallaron al interior los cuerpos de Gustavo N., alias la Parka; su esposa y su hijo de aproximados siete años de edad, la camioneta presenta múltiples impactos de arma de fuego, la mayoría en el parabrisas”, según el parte policíaco al que tuvo acceso la AFP.
“Son hechos lamentables, se trata de una familia de Poza Rica (Veracruz, sureste) que sufrió el atentado, afortunadamente está la Fiscalía de Puebla, las autoridades, hay vídeos, son hechos que no quedarán impunes”, dijo este viernes el gobernador de Puebla, Antonio Gali, quien, casualmente, tenía una visita agendada a esa localidad.
“Hay un vehículo (en las grabaciones) que estaba esperando a estas personas y se supone que es un ajuste de cuentas por robo de combustible”, refirió Gali durante una reunión abierta con mandos de seguridad en Zacatlán.
Según fuentes de la fiscalía estatal, la familia vivía en Zacatlán y el hombre era investigado desde hace meses por presuntamente liderar una naciente célula de ladrones de combustible, generando conflicto con una organización que opera en la región.
En el último año y medio fuerzas combinadas del ejército, la policía y la fiscalía han decomisado más de 8 millones de litros de combustible en una treintena de municipios por los que pasan ductos de la compañía estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), según datos de las autoridades locales.
Según cifras oficiales, el número de tomas clandestinas de combustible pasó de 2.612 en 2013 a 6.873 en 2016, y provoca millonarias pérdidas a Pemex.