Él baba suelto que funge de canciller de La dictadura Chavista, ha despotricado contra Costa Rica, por asumir valerosamente la defensa de los derechos humanos, sumándose a la denuncia por los crímenes de lesa humanidad ante La Corte Penal Internacional, junto al grupo de países, que en días pasados tomaron esa loable iniciativa.
Sería importante recordarle a este mensajero del mal, cuyas funestas intervenciones, solo son superadas en impudicia por su antecesora, que batió récord mundial, ante los organismos multilaterales , que todavía no salen de su asombro, al toparse con estos ignorantes absolutos en política internacional y en todo lo que signifique algún rasgo de civilización.
Lo primero que debe saber este jinetero dictatorial, es que la República que pretende señalar, conserva íntegramente su historial en defensa de los derechos humanos, de la democracia, la libertad y la justicia, valores que ha destrozado la dictadura imperante en Venezuela.
Costa Rica no solo otorga asilo a los perseguidos, les da patria, les ofrece un sistema de justicia y les respeta. Hace suyos a quienes las dictaduras han fusilado moralmente. Un país pequeño territorialmente, pero grande en enseñanzas de valores por la libertad.
Vergüenza debería darle a la baba suelto de marras, que una nación sin las riquezas de Venezuela, es la cuarta economía más competitiva de América Latina y que sus fortalezas son el marco institucional, sus avances en salud y en educación. Eso quiere decir, que las instituciones se respetan, que los poderes son autónomos y que cualquiera puede manifestar su insatisfacción sin que sea perseguido, detenido, ultrajado, torturado y asesinado, como sucede diariamente en esa dictadura, por cierto, del mismo corte a la existente en Nicaragua, a cuyo pueblo también Costa Rica protege, como lo hizo cuando el Somocismo, hoy imitado por el Orteguismo, insano personaje que recibió todo tipo de apoyo, cuando se le violentaban sus derechos. Lamentablemente Somoza ha reencarnado y Tuvo que volver a salir a proteger a quienes temen por su vida en la Nicaragua otra vez dictatorial.
Por supuesto que es una sociedad que enfrenta nuevos retos, pero su aire democrático es oxígeno para el mundo libre.
Ha debido guardarse sus palabras este infame personaje, que habla en nombre no de Venezuela, es representación de una tiranía sangrienta, de un despotismo sin límites y sin valores morales.
Una nación devastada como Venezuela, se mirará en el espejo del futuro, derrocando la dictadura. En ese vitral brilla autónomamente un país grande en Democracia: se llama Costa Rica y su bandera está izada en lo más alto del universo ético.