Volvieron a presagiar sobre el futuro de Venezuela. Esta vez la profecía extravagante no provino de esos visionarios furtivos que se hallan en las redes sociales, que escrutan las barajas con premura y lanzan a la suerte los designios, como si el futuro dependiese de algún algoritmo de los dados, las nubes encapotadas o de cómo esbozó hoy su mueca la Mona Lisa de Da Vinci.
No soy el más capacitado para despotricar de quienes se hacen llamar los conocedores del destino. Los grandes adivinos de lo imprevisto. Posiblemente cumplan la misión esclarecedora de insuflar de esperanzas a quienes los siguen fielmente, para no dudar ni un ápice de sus sorpresivas conjeturas sobre el mañana, si es que existe.
Todos anhelamos una predicción rotunda sobre la salida a esta situación desconcertante. Una predicción verdaderamente certera que ilumine este laberinto en penumbras. Pero siempre he dicho que el marco de las realidades lo maneja Dios con su sabiduría sin reparos. Por eso no espero que me bañen de perspectivas quienes dicen tener el oráculo de las eventualidades en sus manos y saber lo próximo como un chasquido definitivo, al colocar las cartas sobre la mesa de sus disertaciones.
Pero en esta ocasión no fue un tarotista con su manojo de cartas imprevisibles. Ni un mal llamado vidente, atontado con las lagañas entre sus párpados. El señalamiento firme y terminante provino del presidente editor de El Nacional, el diario con mayor prestigio del país y que ha sido inconmovible a los ataques para defender su posición de rescatar la democracia.
Miguel Enrique Otero no ha silenciado sus presentimientos, que podría en otro momento de la historia de la nación, desprender una salva de risas fragorosas. Sus alegatos han sido por lo general, bien plantados y con bases a un contexto que hoy se escurren entre los dedos hasta de los más avezados.
Ha dicho sin perder su compostura de jerarca de la información, que antes de diciembre el periódico publicaría el titular: “Venezuela vuelve a la democracia”, sustentado en el actual escenario del país.
Tan seguro augurio lo sustenta por “la división de los oficialistas, las protestas de la población, la situación de la milicia, las acciones de la comunidad internacional y el aumento de la crisis social, política y económica son las condiciones que permitirían un cambio a corto plazo en Venezuela”.
Esta peculiar interpretación del futuro la efectuó Otero al diario de Avisos en las Islas Canarias. “Es un escenario en el que todo indica que está a punto de ocurrir algo”, espetó casi sin dudarlo el mandamás de El Nacional, pronosticando así el devenir del país. “No sé cómo será el modelo de salida, pero veo que antes de diciembre publicaré el titular”, asegurando que en ese instante retornaría satisfecho a nuestro territorio.
Lo particular de este anuncio es forjar una fecha casi precisa y no importarle mucho si acierta o no. Todos quisiéramos que Otero tuviese la capacidad de atinar todo lo que dice. Quizá sabe más de lo que un mortal como yo desconoce. Tendrá alguna fuente entrañable o un amigo resuelto, formando parte quienes se encargarán de devolverle los suspiros de tranquilidad a una población devastada por la maldad de un gobierno.
No sé si será un estallido social, la voracidad de algún suceso de la naturaleza o las perturbaciones internas de los propios oficialistas, como aseguran los que dicen manejar la carta astral de la nación, pero comparto con Otero que más temprano que tarde, nos sacudiremos los corpúsculos del polvo endiablado que ha plantado la dictadura en un país, que en el pasado fue reconocido con las mayores virtudes del mundo.
MgS. José Luis Zambrano Padauy
Ex director de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”
zambranopadauy@hotmail.com
@Joseluis5571
José Luis Zambrano Padauy