Maikel Mares era discapacitado; quedó en la turba que iba tras supuestos ‘venezolanos robaniños’, publica El Tiempo.
“El muchacho que mataron era cojito de la pierna izquierda, y por eso no pudo correr cuando la gente se le vino encima. Le daban patadas, le echaban piedra y le dieron puñal (…). La esposa trabajaba por días, y él venía a comprar con moneditas cigarrillos, y hasta me quedó debiendo comida de sus desayunos. Hacía poquito habían venido de Venezuela y aunque debían el arriendo, él no se metía con nadie; fue una injusticia”.
Este testimonio, en manos de las autoridades, describe la barbarie ocurrida hace 9 días en el barrio Divino Niño, de la localidad de Ciudad Bolívar de Bogotá, donde vecinos lincharon a un hombre al que señalaban de ser un ‘venezolano robaniños’.
Según el reporte oficial, a la 1:10 de la tarde, cerca de cien personas de la zona, entre hombres y mujeres, atacaron a un grupo de migrantes que habían llegado recientemente desde Venezuela y mataron a uno de ellos de una puñalada en el pecho y otra en la frente. Los otros tres, entre ellos un menor, están en cuidados intensivos.
La noticia fue viral en redes, pero luego de diluirse solo trascendió que el muerto era un colombiano identificado como Maikel Eduardo Mares Mabello y que, al parecer, una falsa información desató la ira de la turba.
Pero la Policía Metropolitana y la Dirección de Fiscalías de Bogotá reconstruyen el episodio, interpretado como una alerta en torno a la xenofobia contra venezolanos e intentos de la gente de aplicar justicia por su propia mano.
A la fecha, según Medicina Legal, las muertes violentas de venezolanos en territorio colombiano suman 310 en 2018, frente a 90 en 2017, cuando se inició el gran éxodo. De estas, 178 obedecen a homicidios, 21 a suicidios y el resto a otras causas.
Las agresiones en el espacio público contra ciudadanos de esa nacionalidad también aumentan. De hecho, seis días después del linchamiento, dos migrantes fueron golpeados en TransMilenio.
En el caso de Mares, vecinos del Divino Niño dicen que su discapacidad le impidió sobrevivir, pero para las autoridades es claro que es un caso de intolerancia que desencadenará capturas por homicidio, lesiones personales e instigación a la violencia, a través de redes.
EL TIEMPO tuvo acceso al informe judicial sobre lo ocurrido y estableció que detrás de este crimen hay una cadena de falsos señalamientos; además, que la Policía y la Fiscalía buscan a un primer responsable.
Según el expediente, Mares era un humilde trabajador de 30 años que vivió desde los 5 en Venezuela, cuando sus padres migraron desde Santa Rosa, Bolívar, el pueblo donde nació. Sin embargo, debido a la crisis del país vecino, en enero atravesó a pie la frontera, sacó su contraseña de ciudadano colombiano y se trasladó a Cartagena a buscar suerte.
Pero las cosas no marcharon como esperaba y decidió viajar a Bogotá, en donde instaló una venta callejera de hamburguesas en el sur de la ciudad.
En julio le contó a su padre, Ómar –un barranquillero técnico en informática–, que había arrendado una casa en el barrio El Tesoro. Él cuenta que Maikel quedó discapacitado a los 10 años, cuando un carro lo arrolló y le lesionó la pierna.
“Era un hombre tranquilo, bien puesto, con acento venezolano, y solo se lo veía en la calle cuando salía a fumar. No hablaba casi con nadie. Lo que le pasó fue terrible. La chusma se metió a su casa, un tipo le puso un cuchillo en el cuello a su señora y le preguntaba que dónde estaban esos h. p. Cuando ella se fue corriendo con la niña, entraron, se robaron el televisor, las ollas con comida y un maletín”, le narró a la Policía otro vecino.
‘Me equivoqué’
El hombre aseguró que el crimen se empezó a gestar hacia las 6:30 de la mañana de ese viernes, cuando un vecino del barrio, identificado como Andrés Giovany, llamó a la Policía.´
“Dijo que cuando se desplazaba con su hija menor, se encontró con un grupo de personas, entre ellas un hombre de tez trigueña, crespo y de contextura mediana. Indicó que el sujeto consumía estupefacientes e intentó raptar a su hija”, le dijo a este diario un investigador.
El supuesto raptor fue identificado como José Ángel Molina Martínez, quien fue fotografiado mientras era llevado a un CAI. Luego, su rostro se difundió en redes y apareció en un cartel pegado en postes con la advertencia de que era ‘un robaniños venezolano’.
Cuando amigos de Molina fueron a reclamar por los carteles, se desató la batalla campal.
Ya está documentado que al menos cien personas fueron hasta la cuadra donde vivían venezolanos y empezaron a golpearlos. La Policía Metropolitana llegó en tiempo récord y alcanzó a proteger a varios de los migrantes. Incluso, a uno de ellos un agente lo subió a su moto para sacarlo del sector, pero los tumbaron y golpearon. Y Mares, ajeno a los hechos, fue linchado.
El venezolano que aparecía en los carteles admitió que estaba consumiendo droga, pero juró que no conocía al muerto. Y el vecino que lo señaló de robaniños aceptó que había sido un error y que el venezolano solo los asustó, por eso no denunció.
Pero las aclaraciones llegaron tarde. Mares está muerto; su hija, huérfana, y varios vecinos del Divino Niño, en la mira de las autoridades por este crimen.
Y si bien Felipe Muñoz, director del Plan Frontera, señala que se han judicializado a 5.589 venezolanos por conductas que van desde homicidios hasta hurtos, advierte que esa cifra representa menos del 0,4 por ciento del total de venezolanos que han ingresado al país.
“Esas cifras deben manejarse con cuidado y analizando el porcentaje sobre el total de delitos. No se trata de esconder. El que delinque debe ser castigado, pero tampoco se puede estigmatizar”, dice Muñoz.
Por su parte, Carmen Torres, directora de Fiscalías de Bogotá, hizo un llamado a la comunidad para ser más tolerantes y respetuosos de la ley: “En caso de conocer un presunto acto delictivo, se debe acudir a las autoridades, evitando traumatismos que puedan acabar incluso con la vida de una persona. La Fiscalía está atenta al desarrollo de esta investigación, y pronto habrá resultados”.
UNIDAD INVESTIGATIVA
u.investigativa@eltiempo.co
En Twitter: @uinvestigativa