Los demócratas se oponen a la inclusión de Venezuela en la lista oficial norteamericana de países que promueven y financian el terrorismo, según ha dicho a ABC uno de los actuales líderes del partido en la Cámara de Representantes. Aun así, y a pesar de que a partir de enero el partido de la oposición tendrá el control de esa cámara del Capitolio, no puede hacer nada para frenar la decisión, ya tomada y que es potestad única de la Casa Blanca y el departamento de Estado.
Por David Alandete
Washington
Según el líder de la minoría demócrata en el comité de Exteriores de la Cámara, Eliot Engel, si Donald Trump decide añadir al régimen chavista a una lista que incluye a Corea del Norte, Irán, Sudán y Siria «debe demostrar que Caracas ha apoyado de forma repetida actos de terrorismo internacional». «De momento, yo no he visto pruebas de ello», añade, a pesar de que admite que Maduro «es un cruel dictador que viola los derechos de los ciudadanos venezolanos a diario».
Esa lista, en la que en el pasado han figurado Cuba, Irak y Libia, fue creada en 1979 para sancionar automáticamente a los países que financien y presten apoyo logístico y refugio a terroristas. A sus integrantes se les aplican tres leyes que restringen de forma estricta la compra de armas, la ayuda al desarrollo y el comercio. Barack Obama retiró de ella a Cuba en 2015 para poder restablecer las relaciones diplomáticas de EE.UU. con ese país.
La decisión de incluir a Venezuela ha sido propiciada por el senador republicano Marco Rubio, quien ha escrito al presidente y al secretario de Estado, Mike Pompeo, relatando las relaciones del chavismo con grupos terroristas como la banda vasca ETA, la milicia chií Hezbolá y la guerrilla colombiana de las FARC.
Lo cierto es que desde que llegó a la Casa Blanca, Trump ha aprobado ya varias rondas de sanciones contra Maduro y su círculo más cercano, incluida su mujer, Cilia Flores, y la vicepresidenta, Delcy Rodríguez. En varias ocasiones, el presidente ha pedido a sus asesores planes para una intervención militar de ayuda humanitaria a los venezolanos, que de momento no han sido elaborados.
El nuevo consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, dijo en un discurso en Miami hace tres semanas que Venezuela conforma con Cuba y Nicaragua una «troika de la tiranía», y pidió a los aliados de EE.UU., incluida España, ayuda para presionar a los tres regímenes, a los que acusó de violación de los derechos humanos.
El de Venezuela es el caso más dramático de los tres. Al menos tres millones de personas se han visto obligadas a abandonar el país por la carestía de alimentos y medicinas. Ante la catastrófica situación económica, el Gobierno ha puesto en circulación más moneda, facilitando una inflación que a final de año puede llegar al 1.000.000%. Y el régimen de Maduro sigue deteniendo y encarcelando a opositores y disidentes.
Uno de los últimos canales de financiación legítima que le quedan al régimen es la venta de crudo. EE.UU. es el principal comprador de petróleo venezolano, con una media de adquisiciones de más de 600.000 barriles diarios. Incluir a Venezuela en la lista de promotores del terrorismo puede erigir unas barreras que dificultarán notablemente esas transacciones comerciales.