Por aquí no se come carne,
por aquí no se come carne,
por aquí tampoco.
Juego infantil
En artículos anteriores he afirmado que en Salamanca estoy aprendiendo a conocer más a la Cuba real y verdadera: la de las precariedades, carencias y prohibiciones, y no la Isla de la Felicidad que a troche y moche nos quiso vender el Comandante Eterno como ejemplo de sociedad e ideal hacia el cual tender.
En esta ocasión, me referiré al consumo de carne de res que en cualquier lugar del continente americano es absolutamente normal, recordemos los cortes que atraen al hambre y producen inmediatas salivaciones.
A los cortes venezolanos no me refiero porque, aunque cada vez más están ausentes de la mesas bolivarianas, socialistas y chavistas, los conocemos y disfrutamos desde cuando éramos felices en la otrora boyante IV República.
En la Cuba comunista comer carne de res, de vacuno, es un privilegio que sólo disfrutan muy poco: los turistas extranjeros, la camarilla en el poder y los enchufados socialistas. En efecto, el Decreto No. 225 de 1997 de “Contravenciones personales de las regulaciones para el control y registro de ganado mayor y de las razas puras” prohíbe que los campesinos cubanos maten y consuman la carne del ganado mayor aun cuando ellos sean los “propietarios”. Ya la Asamblea Constituyente está legislando sobre el asunto …estamos advertidos. En Cuba no existen cortes de carne socialista, lo que sí hay es un delito inédito, propio de la locura comunista y sin parangón con otras legislaciones del planeta: el delito de comer carne de res o de vacuno, como la denominan en castiza remembranza.
¡BOLIVARIANOS A CRIAR Y COMER CONEJO!
¡EL SEBIN Y EL G – 2 TE VIGILAN!
¡OJO QUE NO TE VEAN COMIENDO BISTEC O CHINCHURRIAS!