La emisión desquiciada de dinero circulante, que alimenta la ilusión monetaria de buena parte de los venezolanos y sobre la cual se sustentan los ultimos anuncios de política económica, decreta la muerte del dinero fiduciario. La confianza en el Bolívar pierde sus últimos signos vitales. Desprovista de todo rasgo de soberanía, nuestra moneda se envilece más cada día. Hasta los más humildes ya tienen en mente el dólar como único medio de pago aceptable. Es inexcusable cómo las autoridades monetarias se prestan a incrementar exponencialmente la impresión de dinero, en proporción inversa al derrumbe del ingreso por exportaciones petroleras, única fuente de las reservas que respaldan el Bolívar.
Hace apenas algo más de tres meses emprendieron un “Gran plan de recuperación económica.” De su nada sorpresivo fracaso, el Golem gobernante ofrece una original explicación: “la culpa es del señor Donald Trump, porque persigue a nuestro pueblo como Hitler lo hacía con los judios”. Por cierto, si en algo la actual coyuntura rememora al Führer es porque la hiperinflación y la devaluación del Marco alemán sirvieron de razones para su ascenso al poder. Del mismo modo que ahora Trump es el causante, Hitler culpaba a los judíos de la devaluación. Llamó a los billetes Judenfetsen, (confeti judío), cuando se emitió el billete de un billón de Marcos, que apenas equivalía a US$15,35. Convertido también en papelillo terminará nuestro mal llamado Soberano, en ausencia de profundas reformas económicas que contengan la mega devaluación y una hiperinflación pronosticada hasta de 10 millones por ciento.
En agosto el salario mínimo se multiplicó por 80 y representaba US$30, ahora aumenta 150% y corresponde solo a US$10. Todo responde a decisiones de absoluta irracionalidad económica. Ni siquiera son concebidas por economistas, con los que al parecer no cuentan. Son ocurrencias de bribones, pretendiendo que correr las arrugas los mantiene a distancia de una inescapable rendición de cuentas.