Primavera de 2017. Los investigadores policiales llegaron una vez más a la sucursal de Franz Bakery Outlet, una panificadora que distribuye sus productos por la zona, en una carretera con poco tránsito en Bellingham, en el estado de Washington, al oeste de Estados Unidos.
Por Infobae
Los investigadores ya habían estado allí en 2013, consultando por un distribuidor de los productos de la panificadora llamado Timothy Bass. Buscaban información sobre sus rutas hace casi dos décadas.
Esta vez, los recibió una compañera de trabajo que preguntó a las policías por qué buscaban esa información. Le dijeron que podía estar relacionada con la violación y el asesinato de Mandy Stavik, una adolescente de 18 años. Un caso que permanecía sin resolver desde 1989.
Stavik había sido una alumna destacada del Mount Baker High Scholl. Muy social y versátil. Jugaba Basketbal y Softball, tocaba la plata flauta, el clarinete y el saxo en la banda escolar, hablaba japonés y lenguaje de señas. “Era una excelente alumna que buscaba destacarse en todo lo que hacía. Tenía un futuro brillante por delante”, la recordó uno de sus maestros.
En 1989 había comenzado sus estudios en la Universidad de Central Washington. Regresó a su ciudad natal de Acme para pasar el Día de Acción de Gracias. El viernes, alrededor de las 14.30, salió a trotar por la zona, vistiendo un suéter de colores suaves, pantalones de jogging verdes y calzado deportivo azul. Kyra, el ovejero alemán de la familia, la acompañaba.
Horas después, Kyra regresó a la casa solo.
La policía comenzó una búsqueda. Dos días después encontraron sus pantalones en una zona boscosa. Al día siguiente dieron con su cuerpo. Estaba flotando en el río Nokksack, a 5 kilómetros de la casa de sus padres. Desnuda, aún calzaba sus zapatillas y medias.
Los forenses determinaron que se había ahogado. Tenía un golpe en la parte posterior de la cabeza que indicaba que podría haber caída al agua ya inconsciente. Sobre su cuerpo hallaron restos de semen que fue preservado. Los investigadores siguieron 7.589 pistas distintas que los llevaron a diferentes partes del estado, del país e incluso hasta Asia.
Por Infobae
La mayoría de las pistas se fueron cayendo. Pero quedaba la de Bass. No había estado en la lista original de sospechosos, pero cuando la policía se acercó a pedirle una examen de ADN para descartarlo, él se negó. Los indicios en contra suyo: había empezado a presenciar los partidos de basketball femenino donde jugaba Stavik y su casa estaba en la ruta donde había salido a trotar la joven.
Las pruebas, sin embargo, no parecían suficientes para conseguir una orden de allanamiento por parte de la Corte y forzarlo a una prueba de ADN. Sus empleadores se negaban a colaborar con información sin una orden judicial.
Hasta que apareció la empleada dispuesta a tender una mano.
“Después de consultar cuál era el caso, sentí una básica obligación humana de colaborar y ayudar”, contó la mujer, cuyo nombre se mantiene en reserva, al Bellingham Herald.
Ella brindó la información sobre los recorridos que sus jefes antes se habían negado. Más tarde, la policía la contactó de nuevo para preguntarle si Bass comía alguna vez en el trabajo… La pregunta tenía una razón: los investigadores necesitaban una prueba clave. Y a ella se le ocurrió cómo obtenerla.
El 10 de agosto de 2017, la empleada observó a Boss tirar a la basura una lata de Coca Cola y un vaso de plástico. Espero que se fuera, las recogió del bote de basura, las colocó en una bolsa de la panadería y se la dio a la policía.
Los resultados del análisis de ADN fueron contundentes: los restos de saliva en la lata de Coca Cola coincidían 1 en 11 trillones con los restos de semen hallados sobre el cuerpo de la adolescente muerta en 1989. El 12 de diciembre de 2017, Bass fue arrestado bajo el cargo de asesinato en primer grado.
Pero las mismas buenas intenciones de la empleada en ayudar a resolver el caso son su principal amenaza. Es que los abogados de Bass intentaron durante meses hacer caer la investigación porque insisten en que no existía ninguna orden judicial que autorizara a los policías a pedirle a la empleada su asistencia en la investigación. “Fue una trampa ilegal”, aseguraban.
Finalmente, en agosto, la Corte definió que la evidencia era admisible porque la empleada propuso la idea de recolectar la prueba de la lata por sí misma.
El juicio comenzará en abril próximo.
La esposa de Bass contó al Herald que su esposo solía ver muchos programas de TV de resolución de casos criminales. Y comentaba: “A mí no me atraparían porque no soy tan estúpido”.