La propuesta es correcta, y obligaría a Maduro a cerrar y encarcelar a la nueva directiva, cancelando el único resquicio institucional que tiene reconocimiento unánime de la comunidad internacional, lo que salga de allí es territorio desconocido.
Pero a pesar de lo correcto de la propuesta, no la veo posible por las contradicciones estratégicas que se barajan en la oposición parlamentaria, que sin reconocer a Maduro como ha dicho el futuro Presidente de la Asamblea, se plantean la coexistencia, por ello no creo que vayan a abandonar su estrategia, que consiste en una negociación política con mediadores internacionales para la realización en una fecha no determinada en 2019 de elecciones presidenciales, y posiblemente de los otros poderes en una mega elección.
El problema es que nadie sabe como producir un consenso interno y externo de la oposición para sentarse con el gobierno y quienes los apoyan a negociar una salida a la crisis, fundamentalmente porque aguas adentro de la cúpula Madurista tampoco hay convencimiento en aceptar una negociación, en donde tendrían que ceder espacios vitales como el CNE, y observancia imparcial de la comunidad más comprometida con el retorno de Venezuela a una democracia de equilibrio de poderes, que Chávez y Maduro se encargaron de encamisar en rojo con el socialismo del siglo XXI.
Así que María Corina a pesar de acertar en la coherencia de una estrategia que pondría hipotéticamente a Maduro fuera de juego, se va a apuntar unos puntos en el partido de la esperanza, sin ganar la partida, porque los otros también juegan, y estos otros están apostando al desgaste, y la negociación con el régimen, lo que puede significar un tiempo extra para Maduro como Presidente, con legitimidad o sin ella.