En un ataúd blanco fue repatriado este domingo al aeropuerto de la capital de Guatemala el cuerpo de la niña Jakelin Caal, de siete años, que murió hace dos semanas en un hospital de Estados Unidos después de cruzar la frontera con su padre y un grupo de migrantes.
AFP
El féretro, con ornamentos dorados, fue recibido por funcionarios de cancillería y luego una carroza fúnebre emprendió el viaje para llevar el cuerpo de Jakelin con su familia a la remota aldea indígena de San Antonio Secortez, en el norte del país centroamericano.
Un largo trayecto de unas 10 horas le esperaban al cortejo hasta la pequeña comunidad rural del municipio maya-q’eqchi’ de Raxruhá, de donde la niña salió con su padre Nery Caal, de 29 años, el pasado 30 de noviembre.
“Aunque no hay un resultado final de la autopsia y la causa de la muerte, se logró hacer la repatriación lo más pronto posible”, dijo a la AFP Marta Larra, vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Larra señaló que esperan que las autoridades estadounidenses finalicen la investigación sobre la muerte de la niña en un hospital de la ciudad de El Paso, en Texas, a donde fue trasladada luego de ser detenida junto con su padre en un grupo de 163 migrantes el pasado 6 de diciembre.
Tras la detención, en el estado de Nuevo México, Jakelin presentó fiebre, vómitos y convulsiones, y fue atendida inicialmente por socorristas de la patrulla fronteriza y luego llevada al centro médico donde murió el 8 de diciembre, según un informe de la cancillería local.
La muerte de Jakelin provocó una nueva conmoción en el debate migratorio en Estados Unidos y la región que atraviesan por una crisis sin precedentes por el éxodo de centroamericanos que huyen de sus países empujados por la pobreza y la violencia.
Medidas urgentes
Mientras la familia en su aldea de Guatemala espera la llegada del cuerpo de Jakelin, el padre de la menor permanece en Estados Unidos con un permiso especial de libertad otorgado por las autoridades migratorias estadounidenses.
“Esto es algo lamentable y muy duro”, indicó por su lado Rita Elizondo, subsecretaria del Consejo Nacional de Atención al Migrante (Conamigua), presente en la repatriación del cuerpo de Jakelin en una suerte de capilla con una cruz negra en el área del aeropuerto capitalino destinada para el transporte de carga.
Elizondo detalló que para evitar más tragedias se deben implementar “medidas urgentes”, tanto para “sensibilizar” a los guatemaltecos del peligro para atravesar México y cruzar a Estados Unidos y la aplicación de programas de desarrollo que ataquen la pobreza.
De acuerdo con una encuesta oficial, publicada en 2015, el 59,3% de los 16,1 millones de guatemaltecos vive en condiciones de pobreza, factor que cataliza las oleadas migratorias.
Entre los departamentos con mayores índices de pobreza se encuentra Alta Verapaz, región a la que pertenece el poblado de Raxruhá.
El martes pasado, una delegación de congresistas estadounidenses viajó a Nuevo México para investigar la muerte de Jakelin y denunciaron “fallos sistémicos” en el proceso y condiciones de higiene deplorables.
“Nos enteramos de algunos fallos sistémicos muy perturbadores relativos a cómo fue manejada la situación de la niña”, dijo a la prensa Joaquin Castro, representante demócrata por Texas que dirigió la delegación que visitó el centro gestionado por la patrulla fronteriza en Lordsburg, Nuevo México, donde estuvo detenida la niña.
Hace siete meses Guatemala atravesó otra tragedia migratoria con la muerte de la joven indígena Claudia Gómez, de 19 años, abatida de un disparo por un oficial de la patrulla fronteriza de Estados Unidos, cerca de la frontera con con México.