El 10 de enero significa otro día más de los ya 2.090 días que han transcurrido desde el nefasto 19 de abril de 2013, cuando Maduro tomó el poder. Será otro día de Maduro en el poder.
En los 2090 días el país ha quedado devastado, arruinado, descapitalizado socialmente y financieramente. La situación es humanamente insoportable y moralmente inaceptable. La emigración de Venezuela ya supera a la de Siria, un país en guerra.
¿Hace eso fuerte a la tiranía de Maduro? Por el contrario. La fortaleza de un gobierno está en sus opciones, y el régimen las malbarató, las destruyó y muchas otras nunca lo fueron.
Maduro y su régimen llegan al 2019 con el sol en la espalda: Con sus soportes destruídos: Pdvsa arruinada y la Fanb, apenas hoy un cuerpo político en armas. Con un nítido e inédito rechazo de la comunidad americana y europea. Con descrédito ante la “izquierda” internacional. Con los mercados financieros cerrados. Con el Psuv en crisis. Con sus bases de apoyo popular derritiéndose.
Hoy el país tiene dos demandas populares contrapuestas: Los defensores del “estaus quo” que quieren que Maduro no se vaya. Y los defensores del cambio, que quieren que Maduro se vaya ya. Las opciones intermedias son políticamente inertes y socialmente irrelevantes. Las recientes abstenciones ante las fraudulentas elecciones han sido un claro grito de rebeldía.
¿Guerra fría en el Caribe?
El último intento de la propaganda del régimen es el de presumir de un apoyo militar, como el que se hacía en la guerra fría, de Rusia y agregaron a China. Presumirlo es una fantasía. Hoy Rusia no es la URSS, ni Europa son los países desmembrados después de la Segunda Guerra Mundial o de finales de los años 70, y EEUU tampoco. Y el poder de China es comercial, no más allá de ahí. Y tanto China como Rusia han declarado hasta el cansancio que no financiarán el socialismo que tanta miseria llevó a sus propios países. Y ambos han declarado que Maduro debe cambiar el rumbo económico y político.
Sólo le queda el soporte cubano, la entrega a su sistema de espionaje y la represión, cada día más desganada e inútil. ¿Molerán o matarán a los que protestan por la comida, el agua, la electricidad, mejores salarios, el hampa, la falta de empleos? que son los mismos problemas que azotan a los represores y sus familias?
Maduro no sería Maduro
Y en diciembre, como lo ha hecho cada seis meses desde 2013, Maduro anunció un nuevo “ahora si”. Un nuevo intento de reciclar las cada vez menores esperanzas. Hoy en Venezuela el futuro es un acto de fé que se reduce con cada quincena, con cada ida a los mercados en busca de comida. El impuesto hiperinflacionario es la más reciente medida cruel que impuso el régimen.
Sólo la ilusión de un giro radical le daría algo de oxígeno al régimen, de apertura económica y de restitución inmediata de las libertades políticas y civiles tangibles y verificables. Para ello, Maduro tendría que dejar de ser Maduro. Y en su equipaje no queda nada, ni siquiera ilusiones ni tiempo. Quizás un “pasaje de ida”
El fin del régimen de Maduro esta cerca. No será un acto de jure. Será por la decisión popular. Cuando un pueblo decide recobrar sus libertades, no hay tiranía o canalla que lo impida.
David Morán Bohórquez es ingeniero industrial y articulista venezolano. @morandavid