La crisis económica no es un secreto para el venezolano, lo sabemos; pero vale la pena recordarlo. La hiperinflación galopante se dispara con cada una de las medidas en esta materia anunciadas por Nicolás Maduro y su gabinete.
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Por eso, es alarmante acotar que tras el aumento del salario unitario a 18 mil bolívares, una persona puede comprar tan solo dos jamones endiablados de Diablitos Under Wood de 100 gr valorados en los mercados en 7.100 bolívares; y ni queremos contar cuántas arepas puedes rellenar con eso.
Pero si optan por proteínas, el precio del kilo de la chuleta ahumada ronda casi los 30 mil. Si se le agrega verduras y vegetales se consigue, por ejemplo, que el kilo de papa está a más de 7 mil bolívares y el pimenton junto a la zanahoria compiten muy de cerca sobre pasando los 3 mil bolívares.
La salsa de tomate marca Heinz, una de las más conocidas, le faltan menos de dos mil bolívares para abarcar medio sueldo mínimo.
Y para quien tenga antojos de unas galletas oreos tendría que pensarlo dos veces si desea darse un “gustico” y sacrificar casi una sexta parte de su salario.
Resulta innegable concluir que con unas correctas medidas económicas la hiperinflación pudo haberse detenido; pero no es el caso. Si bien las manifestaciones convocadas para el miércoles 23 de enero por la Asamblea Nacional no resolverán este enorme problema de forma instantánea, es la alternativa que tienen más cercanas los venezolanos para lograr un gobierno de transición que encamine al país a una democracia. Así que… ¿saldrás a la calle este 23?